Lord Wilmore, unas gafas con mucho estilo y conciencia social

El germen de su empresa está en un cabreo. El que le entró cuando un buen día quiso ir a comprarse unas gafas con montura de madera similares a las de un amigo y le pidieron 450 euros. Tras rechazarlas, entró en una tienda de la cadena Alain Afflelou, donde estaba convencido de que las obtendría a mucho mejor precio. “Al final, me fui de allí con unas gafas de 130 euros, pero que ni eran de madera, ni de lentes redondas, ni se parecían en nada a lo que buscaba”, recuerda Emilio Capela. Entonces decidió investigar por internet y vio un portal online americano que vendía anteojos a unos 25 dólares. Esa enorme diferencia de precios le hizo interesarse por el negocio.

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De Dumas a los ‘pin-tonics’

Su despacho tiene “un aire viejuno”, en sus propias palabras. Aunque, se defiende, eso no ha sido premeditado. “Los muebles que tenemos en la oficina me los dieron mis padres. Yo todo el dinero que gano lo invierto en Lord Wilmore”, explica Emilio Capela.

La amplia habitación que comparte con sus empleados a modo de oficina forma parte de un piso de más de 200 metros cuadrados alquilado entre varias empresas recién nacidas. “Al principio buscábamos un coworking, pero vimos que esto era más barato y mucho más agradable”, señala. Lo primero que se ve al entrar son algunos trofeos de caza de su padre, afición que comparte con él y con su hermano. Eso si Draque, su cachorro de braco de Weimar, no ha mordido antes los tobillos del visitante, obligándole a desviar la mirada. Entre la decoración también destaca un colorido collage con el nombre de la empresa que le hizo la tía de su novia.

Cuando brilla el sol, la estancia que hace las veces de segundo hogar de Capela se inunda de luz. No es raro que se quede a trabajar hasta entrada la noche, manía que ya adquirió (aunque en ese caso por obligación) durante su etapa de consultor. Aunque no todo es trabajo: a la entrada del piso-oficina hay una mesa de pimpón. “Los viernes hacemos sesiones de pin-tonic, que consiste en echar alguna partida bebiendo gin-tonics”.

Lord Wilmore recibe su nombre del personaje de El conde de Montecristo, una de las novelas favoritas de Capela. “A Alejandro Dumas, además, se le atribuye esta frase: ‘La vida es fascinante, solo hace falta verla a través de las lentes adecuadas”. Todo cuadra.

Capela iba para ingeniero, pero acabó montando una marca de gafas. Y aunque Lord Wilmore solo suma dos años de vida, su producto ya se deja ver en eventos de la talla de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, de la que es patrocinador. Tiene 31 años y cambió de profesión a los 29. La anécdota de la compra fallida de gafas llegó en un momento en el que buscaba un cambio de aires: llevaba varios años de consultor en Oliver Wyman, compañía que le había hecho vivir en una decena de países. “Me estaba cansando de pasar 220 días al año en el extranjero. Necesitaba hacer algo nuevo, y tampoco me atraía trabajar en una empresa. Decidí emprender”, recuerda.

Y así lo hizo. Estudió el sistema de costes de las ópticas y vio que fabricar unas gafas, con los mejores materiales para monturas y ópticas, no pasa de los 25 euros. “Las ópticas tradicionales le tienen que meter mucho margen porque tienen unos costes altísimos”, explica. Mantener tiendas en puntos céntricos, ya que este es un negocio de proximidad, y la inversión en maquinaria hace que el precio de las gafas se dispare.

Por eso decidió montar un negocio de venta online de gafas. Aunque, como no era el primero que lo hacía, resolvió lanzar también su propia marca, un elemento diferenciador.

No le ha ido mal. A finales del año pasado ganó el primer premio del demo day celebrado en Madrid por Seed Rocket, la conocida aceleradora catalana de start-ups. Ahora está buscando una ronda de financiación que le permita invertir en marketing online, lo que a su juicio facilitará que la empresa dé un salto notable en facturación. Quiere lograr que se conciba las gafas como un complemento más, que la gente tenga al menos dos o tres pares para combinarlos con la ropa. Sus anteojos cuestan entre 55 y 75 euros si llevan lentes normales, gastos de envío incluidos. El precio medio de las gafas en España es de 190 euros.

Capela trabaja en un luminoso despacho a tiro de piedra de la Gran Vía de Madrid. Comparte el espacio con Draque, su perro de dos meses y medio, y sus dos trabajadores, a los que pronto se unirá un tercero. Aunque se define como una persona muy exigente, mantiene una relación cordial e informal con ellos. Lo primero que les pregunta todos los lunes es si el domingo por la tarde se sintieron mal porque al día siguiente tenían que trabajar. “Yo tuve esa sensación durante una época en la que vivía en Arabia Saudí, un país difícil. No hay nada peor que estar descontento en el trabajo, así que haré lo posible para que ninguno de mis colaboradores lo esté”.

Capela cuenta de pasada, como si se tratase de un detalle sin importancia, que su start-up se compromete a donar unas gafas por cada par que venda. No lo ve como un impedimento al crecimiento, ni siquiera ahora que está empezando. “Supone un coste, sí. Pero desde el principio tuve claro que con este proyecto quería aportar algo a la sociedad

cincodias.com

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