El millonario australiano que se convirtió en náufrago y vive en una isla desierta

Como si de un auténtico Robinson Crusoe se tratara, David Glasheen vive desde hace más de 20 años en una isla desierta. Este exhombre de negocios pasó de una vida de lujo a vivir en plena naturaleza alejado de la vida material. Convirtió una pequeña isla en el continente de Oceanía en su nuevo hogar después de perder toda su fortuna en el crack de 1987 y, tras varios años intentando encontrar sentido a su existencia. 

En los años 80 David Glasheen tenía una vida acomodada. Vivía en Sídney (Australia), era el presidente de una empresa dedicada a la extracción de oro en Papúa Nueva Guinea y, además, era millonario gracias a sus inversiones en bolsa. En su apogeo, su patrimonio ascendía a 28,4 millones de dólares, como recoge el periódico ‘Australia News’. Sin embargo, fueron precisamente sus activos en el mercado de valores los que provocaron la caída de su fortuna. 

Iris Apfel

En 1987 se produjo el denominado ‘Lunes negro’ por el desplome de todas las bolsas internacionales. Este colapso financiero hizo que el valor de las acciones de Glasheen cayera 7,25 millones de dólares en solo un día. La cifra comenzó a aumentar en los siguientes meses y, en apenas en un año, se quedó en bancarrota. «Fui vapuleado, no sabía qué iba a suceder. Debería haber vendido todas las acciones», relató al medio online. A su debacle profesional y económica se unió la personal. En 1991 su mujer le pidió el divorció y se quedó totalmente solo.

Ante esta situación se encontró con un anuncio para alquilar Restoration Island, un enclave descrito como la mayor zona silvestre virgen del norte de Australia y una de las últimas que quedan en la Tierra. El estado australiano ofrecía vivir allí a cambio de 200.000 dólares australianos y de desarrollar la infraestructura turística y pesquera de la zona. Glasheen decidió apostar por ello y ahora vive entre cangrejos y cocos, e incluso cuenta con energía solar con la que se conecta a Internet, que usa para publicitarse en sitios web de citas y buscar una novia. 

Más de 20 años después, la imagen de Glasheen poco tiene que ver con la de un hombre de negocios. Su larga barba blanca y su aspecto desaliñado se asemejan más a la imagen de Tom Hanks en su interpretación en la película Náufrago. Pero no solo ha cambiado su aspecto físico, también su vida: ahora se dedica a pescar y a mantener su cabaña, un antiguo refugio de la Segunda Guerra Mundial

Anfitrión de Russel Crowe

Uno de los requisitos para habitar en la isla era desarrollar el turismo. Así, David Glasheen acoge a turistas para enseñarles su forma de vida apartado de la civilización. Hasta esta pequeña isla de Australia llegan turistas de todo tipo, incluido famosos como Russell Crowe, de quien ha sido anfitrión. Pero no todos reaccionan igual a este estilo de vida: «He tenido gente gritando en los botes y tienes que pararlos, si no puedes pedirles amablemente que dejen de gritar, les das una gran bofetada. Por lo general ayuda», reconoce.

Sin embargo, la vida en este enclave paradisíaco no es tan idílica: «Si las cosas salen mal estás en peligro y eres muy consciente de ello”. La soledad y irracionalidad de la naturaleza son sus principales obstáculos. La única compañía con la que ha contado todos estos años ha sido, además de los turistas que llegan de vez en cuando, la de sus dos mascotas. 

Cuando llegó a la isla su fiel compañero fue su perro Quassi, quien tras sobrevivir a dos ataques de cocodrilos de agua saladas, habituales en la isla, murió tras la mordedura de una serpiente taipán, una especie muy peligrosa. Tras esta trágica pérdida, Glasheen encontró a Polly, un dingo, una subespecie de lobo propia de la zona, al que adoptó como su nueva mascota, pero que en poco tiempo también perdió la vida tras ser mordido por otra especie animal. 

Posible desahucio

La tranquilidad de vivir en esta isla puede verse enturbiada por un posible desahucio que estaría planeando el gobierno australiano. Durante los últimos años, muchos medios se han hecho eco de su intención de desahuciarle de la isla tras más de 20 años allí. La administración resolvió entregarle la isla a cambio de pagar un alquiler mensual de 14.000 euros y crear un complejo turístico. Lo primero lo ha cumplido a rajatabla pero lo segundo no, algo que pone en peligro su relajada vida paradisíaca

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