La banca instala el mayor número de cajeros desde la crisis para cubrir el cierre de oficinas

Los bancos sufren una sangría de personal, de oficinas y de puntos de atención, pero no de cajeros. Los terminales automáticos siguen proliferando por todo el territorio mucho más allá de su ubicación tradicional, las fachadas de las oficinas. Ahora se encuentran en centros comerciales, estaciones de tren, aeropuertos… Su expansión va en línea contraria al del resto de estructuras de las entidades, cada vez más mermadas, convirtiéndose en el sustituto casi perfecto de la desaparición de oficinas a pie de calle.

Hasta el pasado mes de septiembre, el conjunto de la banca tenía en funcionamiento 51.167 cajeros automáticos repartidos por toda España. Esta cifra representa un incremento del 1,5% con respecto al parque de aparatos que estaba en vigor justo un año antes, según los datos más actualizados del Banco de España. El incremento es el mayor experimentado en los tres primeros trimestres del año pasado y revela un cambio de tendencia con respecto a 2018. En ese ejercicio, el número de cajero cayó casi un 1% hasta poco más de 50.000.

Además, el hecho de que las entidades cuenten con casi 51.200 terminales automáticos supone el dato de cajeros más elevado desde el peor momento de la crisis. El sistema cerró 2013 con 52.221 aparatos; desde entonces, la sangría ha sido relevante año tras año, en paralelo fundamentalmente al cierre de sucursales que ha llevado a cabo el sector en los últimos tiempos. En cualquier caso, la cifra es lejana a los casi 62.000 que había en el año 2008, el último periodo de la burbuja económica, financiera e inmobiliaria.

Sin embargo, la apertura de nuevos cajeros pone de manifiesto un cambio de tendencia en la banca, que ha encontrado en estos mecanismos su mejor aliado ante el cambio estructural que sufren las entidades, cada vez con menos surcursales disponibles para ahorrar costes. Mientras que entre enero y septiembre la red de cajeros aumentó en 804 terminales, el número de oficinas cerradas por las entidades en ese mismo periodo fue de 1.112 sucursales financieras, aproximadamente un 4% del total.

Los diferentes procesos de ajuste puestos en marcha por algunas de las grandes entidades, como Santander o CaixaBank, se han dejado notar en el conjunto del sector. La entidad presidida por Ana Botín tenía previsto clausurar algo más de un millar oficinas en el marco del ERE del año pasado, mientras que la firma cuyo consejero delegado es Gonzalo Gortázar había previsto cerrar 800 sucursales. En cualquier caso, ningún otro banco escapa de esta tendencia debido a la importante reducción de costes que supone en un momento de tipos de interés en mínimos y la presión regulatoria en máximos para la banca.

La reaparición de los cajeros automáticos refleja su uso como alternativa a la sucursal: cada vez más terminales disponen de herramientas para realizar la operativa que hasta ahora siempre se hacía en ventanilla, como el ingreso de billetes o cheques, el pago de recibos no domiciliados o las transferencias a otras cuentas, entre otras posibilidades.

El 4% menos de extracciones

De hecho, la función histórica del cajero, la de la retirada de efectivo, no justifica teóricamente su expansión al alza. Porque mes a mes, las operaciones de extracción de billetes que realizan los ciudadanos sigue cayendo. El uso del efectivo es cada día menor y esa función también se deja notar en los cajeros, ahora más dispuestos para realizar otras operaciones alternativas. Hasta el tercer trimestre del año pasado, el número de extracciones de dinero de los terminales automáticos se situó en las 230,4 millones de retiradas, lo que representa un 4,1% menos que en el mismo periodo del ejercicio anterior, según los datos del supervisor.

Esta tendencia a la baja ya se venía visualizando en los trimestres anteriores. De hecho, desde 2014 el número de operaciones casi nunca había crecido de forma anual por encima del 1%.

Todas esas extracciones de billetes han supuesto el uso de 32.304 millones de euros dispuestos en los terminales, un 1,2% menos que en los tres mismos meses del ejercicio anterior. Se trata del primer retroceso de esta estadística visto desde el año 2013. Entonces, como consecuencia de la crisis el dinero que los clientes sacaban del cajero también retrocedía periódicamente al disponer de menos renta y realizar un consumo mucho más moderado.

diariovasco.com

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