Bruselas critica la jubilación anticipada aprobada por el Gobierno alemán

La ministra de Empleo alemana, la socialdemócrata Andrea Nahles, logró sacar adelante hace solo unas semanas una controvertida reforma que permite a los que lleven más tiempo trabajando jubilarse a los 63 años. Las críticas que le achacaban beneficiar a unos pocos a costa de los esfuerzos de generaciones futuras encuentran ahora eco en Bruselas. “Estas medidas, que deberán financiarse con una mayor contribución por parte de los trabajadores, añaden presión a la sostenibilidad del sistema de pensiones públicas. Tendrá implicaciones negativas en la renta disponible de la fuerza laboral activa”, asegura el documento con las recomendaciones específicas a Alemania presentado el lunes por los máximos responsables de la Comisión Europea, con su presidente, José Manuel Barroso, a la cabeza.

Con este jarro de agua fría, Bruselas carga contra una de las reformas más importantes impulsadas por el Gobierno de gran coalición que nació de las elecciones de septiembre del año pasado. Más cautos se muestran en la Comisión Europea sobre otra de las medidas estrella del Ejecutivo alemán: el salario mínimo de 8,5 eurospor hora que entrará en vigor el próximo año. Los economistas –incluidos los técnicos comunitarios- llevan tiempo recomendando a Berlín que tome medidas para impulsar su demanda interna. El salario mínimo –que en un bando se ha criticado por tener demasiadas excepciones y en el contrario por ser demasiado generoso- requiere, según el texto presentado el lunes en Bruselas, “un control muy detallado, sobre todo en su efecto sobre el empleo”.

La Comisión tira de las orejas al equipo que capitanea la canciller Angela Merkel por no haber hecho lo suficiente por limitar la presión fiscal sobre el trabajo, sobre todo la que soportan los empleados con salarios más bajos y por los progresos “limitados” para facilitar que los jóvenes que sobreviven con minijobs pasen a desempeñar puestos de trabajo a tiempo completo y mejor remunerados.

Las recomendaciones que llegan de Bruselas se centran en medidas para asegurar la sostenibilidad del sistema de pensiones públicas; reducir la presión fiscal, principalmente a las rentas más bajas, como forma de aumentar la demanda interna; e impulsar medidas más ambiciosas para estimular la competencia en los servicios. La Comisión se olvida así de los desequilibrios macroeconómicos –básicamente, del excesivo superávit comercial- que les llevó a abrir una investigación a Alemania a finales del año pasado. “El tamaño y la persistencia del superávit por cuenta corriente en Alemania merecen una atención muy detallada. La necesidad de tomar medidas y de reducir los riesgos de efectos adversos en el funcionamiento de la economía doméstica y en la zona euro es particularmente importante dado el tamaño de la economía alemana”, subrayaba la Comisión el pasado mes de marzo. Pero ahora en las recomendaciones no se mencionan estos desequilibrios.

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