Donald Trump anunció hoy que su Administración declarará a los ‘antifa’, los grupos antifascistas radicales, como «organización terrorista». No queda claro qué impacto tendrá el anuncio en un movimiento heterogéneo, disgregado y poco organizado, pero van en la línea que defiende el presidente de EE.UU. de retratar las protestas como la obra de radicales de extrema izquierda.
En esa línea fueron otros altos cargos de su administración, como el fiscal general de EE.UU., William Barr, que hoy aseguró en un comunicado que el Departamento de Justicia busca «arrestar y acusar a los agitadores radicales violentos que ha secuestrado las protestas pacíficas» y señaló como responsables a «antifa y otros grupos similares».
Algunos líderes demócratas y activistas de izquierdas han asegurado que elementos de extrema derecha han iniciado disturbios violentos para causar caos y enturbiar las protestas.
Los relatos de unos y otros terminan por desviar la atención del historial de abusos de la policía hacia la minoría negra, en el que la muerte de George Floyd es solo el último caso, y del racismo estructural que sufre EE.UU., dentro y fuera de los cuerpos de policía.
«Son unas pocas manzanas podridas», aseguró Robert O’Brien, asesor de seguridad nacional de Trump, en una entrevista en la CNN sobre los casos de abusos policiales contra la minoría negra. «No creo que haya racismo sistémico», defendió sobre los cuerpos de policía de quienes dijo que «el 99,9% son grandes americanos» que «trabajan en los barrios más duros» y que son sus «héroes».
Las estadísticas ofrecen una realidad diferente. La población negra tiene casi 2,5 veces más de probabilidad de morir a manos de la policía que los blancos: 30 muertes por millón de habitantes para los negros, frente a 12 muertes por millón para los blancos (y 22 muertes para los hispanos).
Un «patrón»
Es innegable que hay elementos anarquistas de extrema izquierda que están aprovechando las protestas para propagar violencia e imponer su agenda antisistema, y es posible que elementos del llamado ‘supremacismo blanco’ hayan buscado echar gasolina al fuego. Pero el telón de fondo de la última muerte de un hombre desarmado es la desigualdad y falta de oportunidades que sufre la minoría negra, en especial en las grandes ciudades del país, y una desconfianza mutua entre la policía y la población en los barrios desfavorecidos en los que viven. Una de las consecuencias más evidentes es la disparidad racial en el sistema penitenciario: la minoría negra representa el 12% de los adultos de EE.UU., pero acumula el 33% de la población penitenciaria. Los blancos, que son el 64% de la población adulta, suponen el 30% de los encarcelados.
«Esto es un patrón», reflexionó Nancy Pelosi, la líder de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, sobre la muerte de Floyd y otros hombres negros a manos de la policía. Ella y otros líderes, también algunos republicanos, han tratado de poner el acento en reformas que cambien la relación entre la policía y la minoría negra. La violencia y la anarquía propagada desde diversos sectores ha enturbiado esas reclamaciones.
Tras recibir la aprobación del Ministerio de Sanidad, el registro estatal ruso de medicamentos ha incluido en su lista el primer fármaco elaborado en el país para tratar la COVID-19. «El nombre comercial del medicamento es Avifavir», reza la anotación efectuada en el registro. Su denominación internacional no patentada o nombre químico es Favipiravir.
Este preparado se ha utilizado en Japón desde 2014 contra casos graves de gripe. Pero los ensayos clínicos efectuados por médicos chinos en Wuhán han demostrado la posibilidad de su empleo para el tratamiento también del coronavirus. El medicamento es capaz de cohibir los mecanismos de reproducción del virus y su elaboración en Rusia ha sido posible gracias la creación de una empresa mixta de los laboratorios JimRar y el Fondo de Inversión Directa de Rusia (RFPI en sus siglas en ruso).
A juicio del director del RFPI, Kirill Dmítriev, «Avifavir no es solo el primer medicamento antiviral registrado contra el coronavirus en Rusia, sino también quizás el fármaco anti-COVID-19 más prometedor del mundo». En declaraciones a la agencia RIA-Nóvosti, Dmítriev señaló que el compuesto «fue desarrollado y probado durante ensayos clínicos en un tiempo récord, lo que le permitió convertirse en el primer medicamento registrado en el mundo sobre la base de Favipiravir». Según sus palabras, está todavía en curso la fase final de la experimentación clínica con 330 pacientes infectados por el coronavirus.
Rusia ocupa, por detrás de Brasil, el tercer puesto en la lista mundial de la pandemia en número de contagios y alcanza hoy la cifra de 405.843 infectados. Desde ayer se han registrado 9.268 nuevos casos de coronavirus, 316 más que el sábado. Los decesos, sin embargo, siguen disminuyendo y, en las últimas 24 horas, se ha producido 138 nuevas muertes, lo que eleva el total en todo el país desde el comienzo de la pandemia a 4.693 fallecidos.
La chispa de Minneapolis se convirtió ayer en una llamarada que incendió todo EEUU como nunca se había visto desde la muerte de Martin Luther King en 1968. Esa era la barrera histórica en la que situaba ayer The New York Times los disturbios que, literalmente, incendiaron 48 ciudades y llegaron hasta las puertas de la mismísima Casa Blanca, donde los manifestantes tumbaron las vallas y prendieron fuego al parque Lafayette.
Donald Trump no se encontraba allí en ese momento, sino mirando al cielo en Cabo Cañaveral, de donde logró despegar -en su segundo intento- la primera lanzadera privada de la historia, SpaceX. El mandatario, que ha regado con gasolina la ira de los afroamericanos a través de las redes sociales, pidió mano dura y tuiteó una consigna a sus seguidores para que enfrentasen a los manifestantes en la Casa Blanca, pero ayer las calles no eran suyas, sino del movimiento ‘Black Lives Matter’ (Las vidas de los negros importan).
LAS CLAVES:
Firmeza.Los soldados «tienen que ser duros, tiene que ser fuertes. Tienen que ser respetados», dice TrumpDrama familiar.La esposa del agente de policía acusado del asesinato de George Floyd pide el divorcio
El lema de esta revuelta va más allá de ese grito desgarrador amplificado hace seis años con la muerte de Michael Brown. «Ya nos hemos dado cuenta de que si no es con violencia, no pasa nada», justificaba Emmanuel, de 22 años, en el aparcamiento de un enorme centro comercial llamado Target del que no han quedado ni las farolas. A los manifestantes que anoche desafiaron el toque de queda los destrozos no les creaban el menor remordimiento. «Las propiedades se pueden reemplazar, las vidas de los negros, no», escribían en las paredes.
George Floyd, el nuevo mártir, no era ni mucho menos Martin Luther King, sino un grandullón de 46 años con antecedentes delictivos, que trabajaba de portero en el mismo club latino donde lo hacía su verdugo, el policía Dereck Chauvin, que lo tiró al suelo y le hincó la rodilla en el cuello durante diez minutos hasta que dejó de respirar. Floyd se fue a la tumba el lunes por la noche siguiendo los pasos de Eric Garner en Nueva York, Michael Brown en Ferguson, Freddie Gray en Baltimore y tantos otros afroamericanos que han muerto a manos de la policía por infracciones menores. En el caso de Floyd, por comprar cigarrillos con un billete de 20 dólares falso, según denunció la cajera de un establecimiento. Todos los jóvenes negros de EEUU saben que tienen una diana colgada. Cualquier encuentro con la policía puede ser mortal. «Esto se tiene que acabar», sentencia Emmanuel. «No pueden seguir matándonos. Un blanco puede matar a una veintena de personas en una iglesia y lo arrestan con la mayor delicadeza, pero a cualquiera de nosotros nos matan por algo insignificante».
El «No puedo respirar» que se le escucha repetir a Floyd en el vídeo, filmado en el teléfono por un peatón, estaba ayer escrito a sangre y fuego en lo que queda de la comisaría del tercer distrito en la que fichaban Chauvin y sus compañeros, incendiada el jueves hasta los cimientos. A poca distancia, en el club El Nuevo Rodeo donde ambos trabajaban, aún ardían las llamas. «Esto parece Sarajevo», murmuraba un veterano periodista. Como en los Balcanes, los francotiradores se habían apostado en los tejados y al caer la noche la policía disparaba latas de gases lacrimógenos contra los jóvenes a pie o en bicicleta que desafiaron el toque de queda.
Al filo de las 10.30 de la noche comenzó la encerrona. Las tanquetas militares de la Guardia Nacional tomaron posiciones y cerraron las calles aledañas a Lake Street, que se convirtió en un auténtico campo de batalla donde quedaron atrapados los manifestantes. La nube de gases lacrimógenos los engulló antes de que comenzara la cacería. Las patrullas policiales hicieron equipo para perseguirlos uno a uno hasta darles caza, mientras los militares de encargaban de que nadie pudiera escapar. Pablo era uno de los que consiguió hacerlo saltando bardas y atravesando jardines hasta que llegó a su coche y escapó derrapando por los callejones traseros. «El lunes esto se ha acabado», vaticinó. «Ya han puesto a mucha gente armada en las azoteas y la gente se lo están pensando».
En ciudades como Washington, Los Angeles o Nueva York, la revuelta no ha hecho más que empezar, pero en Minneapolis, tras cinco días de disturbios, la población se ha organizado. Los vecinos han montado barricadas y hacen turnos para proteger sus calles, armados con barras de metal, bates de beisbol y hasta rifles. «Estamos viendo muchas matriculas de Illinois y de Missouri y hasta coches sin matrícula», justificaba Bill, de 67 años, que hacía guardia junto a Lake Street. Le acompañaba en la vigilia Justine, de 28, que tampoco quería dar su apellido pero no compartía las ideas de su vecino, aunque sentía la necesidad de defender su calle de los alborotadores. Según el gobernador, «son gente de fuera que ha venido a causar violencia». Como profesor de Educación Superior, Justine sabe que el racismo es el pecado capital de su país, aún sin corregir. «Lo hacen porque no confían en que vaya a haber justicia y no los culpo», les excusó. «El sistema judicial está hecho por blancos sobre las espaldas de los negros. Yo nunca podré ponerme en sus zapatos porque soy blanco, pero sé que tienen razón. Esto no pueden seguir así».
Una plusmarquista mundial arrancando hojas de té. Un medallista en el pasado Campeonato del Mundo de atletismo plantando árboles. Un as del mediofondo sembrando patatas. Son imágenes recurrentes en Kenia durante los últimos meses en los que el coronavirus ha paralizado la competición a nivel global, desatando una crisis sin precedentes en el país que alimenta los maratones de todo el planeta. Aunque Beatrice Chepkoech, Rhonex Kipruto y Timothy Cheruiyot aprovechan el impasse para echar una mano en el negocio familiar, son solo la punta del iceberg de una situación que asfixia lentamente la economía de cientos de deportistas.
«En España los atletas están sufriendo, pero no es comparable a lo que sucede en Kenia», explica el catalán Totti Corbalán, preparador físico de la agencia de representación Ikaika Sports en Eldoret. «Aquí hay muchos fondistas que ahora no tienen para comer. Dependen íntegramente de ganar carreras, y si no corren no tienen nada más que hacer», lamenta. Y es que, si la crisis afecta a los atletas de élite, «que no pueden continuar con su estilo de vida», es gravísima para aquella mayoría que viaja por el mundo dando lustre a maratones de segunda fila y sin contratos con multinacionales.
Uno de los mejores fondistas del planeta, medallista mundial y entre los diez primeros del ranking de su especialidad, puede ganar hasta 100.000 dólares anuales, según indica un representante europeo que prefiere no desvelar su identidad en este reportaje. Si compite en maratón, sus ingresos pueden doblarse o multiplicarse. «Pero eso es solo un puñado de atletas si hablamos de ruta, y un pequeñísimo grupo en el caso de los maratonianos», apunta el agente, cuyo grueso de clientes habita en Kenia.
Las ganancias de estos fondistas de élite se dividen en contratos con marcas deportivas y premios en función de su rendimiento. «Los bonus de sus patrocinadores, fijos por participar en carreras y extras dependiendo de su clasificación suelen significar en torno al 50 o 70% de su sueldo anual», un montante que se ha esfumado esta primavera. Fuera del atletismo, además, es habitual que los grandes atletas regenten otros negocios, «generalmente relacionados con el sector inmobiliario, la agricultura y la ganadería», explica este mánager.
La mayoría de los fondistas, sin embargo, están sufriendo con más dureza las consecuencias del parón competitivo: «Cientos de jóvenes dependen directamente de su rendimiento para sacar de la extrema pobreza a familias numerosas; por no hablar de aquellos atletas con cierto nivel internacional que tienen familia, proyectos, compromisos y un estilo de vida que se sostienen con lo que ganan compitiendo». Son deportistas que pueden conseguir al año entre 5.000 y 25.000 dólares en los mejores casos, de los cuales hasta el 100% puede estar ligado a su participación y resultados en carreras.
Riesgo de abandono
A medio plazo, la reducción de competiciones y el menor poder económico de los organizadores para contratar atletas extranjeros pueden provocar un abandono masivo. «Cuanto más dure la pandemia y más se tarde en tomar medidas para controlarla, más fondistas, especialmente los jóvenes, lo dejarán para dedicarse a otras actividades que les permitan subsistir», lamenta el agente, cuyos clientes brillaron en 2019 en grandes capitales del atletismo como Valencia, Tokio, Praga o Doha.
Muchos de ellos, sin embargo, tienen difícil labrarse un futuro lejos del asfalto y el tartán: «La mayoría de los atletas poseen una serie de habilidades muy limitadas y las oportunidades de trabajo prácticamente ni existen para ellos. Sus alternativas pasan por la agricultura, la venta ambulante o similares, y solo unos pocos afortunados podrían encontrar trabajo como funcionarios en las Fuerzas Armadas, la Policía, etc.».
El catalán Marc Roig encara su quinto año como fisioterapeuta en el ahora cerrado campo de entrenamiento de Global Sports en Kaptagat. Convive día a día con Eliud Kipchoge, Geoffrey Kamworor y otros de los mejores maratonianos del planeta, y señala otro de los grupos más afectados por el parón competitivo: «En el atletismo en ruta se mira mucho el ranking para contratar atletas. Imagina las mujeres que hayan sido madres en 2019. Su última competición fue en 2018, 2019 en blanco y 2020 ahora también en blanco. Quizás estén en forma, pero su caché es posiblemente de cero. Se van a encontrar en una situación muy complicada».
Abraham Mutai, presidente de la Federación Keniana de Atletismo en la región del Rift Central, ha pedido a las autoridades estatales un apoyo al deporte nacional por excelencia; mientras que Kipchoge, la cara más reconocible del maratón, ha donado comida a 128 jóvenes fondistas en cuatro zonas del país. «Espero que más empresas públicas y privadas se unan para que los atletas puedan comer, pues sus vidas están estancadas por culpa del coronavirus».
Tiradas largas en solitario y gimnasio casero para estar listos en septiembre
Como el resto de atletas del planeta, los fondistas kenianos entrenan con la incertidumbre de no saber cuándo se celebrarán competiciones. El calendario de maratones está borroso una vez se han aplazado o suspendido todas las carreras de primavera y los más optimistas miran a septiembre, aunque con recelo. De los cinco ‘Majors’ por disputar, Boston se ha cancelado (por primera vez en 124 años), Berlín también, y la evolución del coronavirus en Estados Unidos no alimenta las esperanzas para Chicago y Nueva York. Londres, presumiblemente solo para los élite, es el que tiene más opciones de celebrarse.
Pese a ello, los maratonianos en Kenia continúan preparando una carrera que salve su economía esta temporada. Lo hacen, eso sí, con muchas limitaciones. «Tenemos un toque de queda, pero de cinco de la mañana a siete de la tarde podemos salir. Más o menos puedes entrenar siempre y cuando no sea en grupo, pero como las pistas y los gimnasios están cerrados, los atletas están haciendo en general ‘long runs’ (tiradas largas, de 30 o 40 kilómetros) e ‘easy runs’ (tiradas más cortas a ritmo suave)», señala Totti Corbalán, preparador físico catalán de Ikaika Sports en Eldoret.
«Nuestro campo de entrenamiento cerró en marzo y cada uno trabaja en su casa. Consideramos que estamos en pretemporada, por lo que no les estamos pidiendo series a un ritmo concreto; sobre todo les proponemos fartleks, tiradas largas… Es aburrido hacerlo solo, pero se puede hacer», apunta Marc Roig, fisioterapeuta del NN Running Team, de Global Sports Communication, en Kaptagat.
En el trabajo de gimnasio, Corbalán receta «ejercicios de fuerza y recuperación adecuados al material que cada atleta tenga en casa». Es decir, poco: «La mayoría hacen peso libre, mucha movilidad y poco más. Nada que ver con lo que teníamos antes en las instalaciones del hotel donde está nuestro gimnasio». Sobre todo, el preparador catalán incide en que atletas como Rhonex Kipruto, Joan Chelimo o Rosemary Wanjiru no pierdan la forma ni sufran lesiones: «Tendón rotuliano, de Aquiles… Todo esto, si se deja, cuesta mucho recuperarlo. Intentamos perder lo mínimo para que cuando la situación se arregle un poco estén listos».
Sin embargo, que los maratones europeos regresen en septiembre no significa que los atletas kenianos vayan a participar. «No sabemos nada de cuándo podremos salir, pues las fronteras en Kenia todavía están cerradas y los países europeos también son bastante restrictivos con los extranjeros que llegan. Septiembre y octubre quedan tan lejos que yo tengo la esperanza de que para entonces la situación se normalice, con ciertas restricciones», reconoce Roig.
Hasta siete presidentes de comunidades autónomas reclamaron a Pedro Sánchez la gestión del Ingreso Mínimo Vital, una competencia que ya tienen el País Vasco y Navarra gracias al acuerdo suscrito el miércoles entre el Gobierno y el PNV.
Los presidentes de Andalucía, Galicia, Castilla y León, Comunidad Valenciana, Aragón, Cataluña y Cantabria se lo pidieron este domingo a Sánchez y no hubo respuesta clara. Sánchez señaló después de la conferencia de gobernantes autonómicos que el Ingreso Mínimo Vital pasa a ser «parte de (las prestaciones) de la Seguridad Social» para garantizar «la igualdad de derechos en todo el conjunto del país». Una explicación de la que cabe deducir que la gestión de estos recursos correrá por cuenta de la Seguridad Social sin que quepa la posibilidad de trocearla.
De todas maneras, no dijo su última palabra y remitió a los demandantes a que lean los detalles del desarrollo de la norma en el Boletín Oficial del Estado que publicará hoy el decreto ley.
La explicación legal para la cesión al País Vasco y Navarra es que en el calendario pactado de traspaso de competencias se fijó el 31 de octubre para estudiar la cesión de las funciones y servicios del Instituto Nacional de la Seguridad Social. Hasta que se materialice este traspaso, ambas administraciones acordaron aplicar la figura de la encomienda de gestión que permite asumir la administración del Ingreso Mínimo Vital, hasta que se culmine la transferencia.
La portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, argumentó además el pasado viernes que Euskadi y Navarra ya tienen «experiencia» en la gestión de prestaciones similares porque administran desde hace años la Renta de Garantía de Ingresos, un subsidio similar al Ingreso Mínimo Vital.
Pero la realidad más bien apunta a que se trata de un acuerdo político del Gobierno con los nacionalistas vascos para calmar su enfado por el pacto del PSOE con EH Bildu para la derogación de la reforma laboral.
Desigualdad de trato
Varios de los gobernantes autonómicos reprocharon a Sánchez la desigualdad. El presidente de la Junta, el popular Alfonso Fernández Mañueco, exigió «igualdad y un trato justo». El de la Xunta de Galicia, el también popular Alberto Núñez Feijoó, recordó que en su comunidad está en vigor desde hace tres décadas una renta de inclusión social, con lo que el argumento de la experiencia también sería aplicable en su caso. Mientras que el de la Generalitat valenciana, el socialista Ximo Puig, solicitó un convenio para que su comunidad asuma «lo más pronto posible» la gestión del ingreso mínimo.
Para el líder del PP, Pablo Casado, este debate demuestra que Sánchez ha convertido la gestión de la pandemia en «un mercado persa» y que la discriminación a favor del País Vasco y Navarra «rompe la igualdad entre españoles».
Traición. Con esa palabra definen sus seguidores la expulsión del partido de Andreas Kalbitz, hasta ahora jefe de la ultranacionalista Alternativa para Alemania (AfD) en el estado federado de Brandeburgo. Una medida orquestada por el presidente federal de la polémica formación, Jörg Meuthen, que parece haber iniciado una operación de limpieza de elementos neonazis en sus filas y que ha dado lugar a una lucha abierta por el poder que podría incluso costarle la cabeza.
Traición es también la palabra usada por el ideólogo del ala más radical y extremista de derechas de AfD y líder del partido en el estado de Turingia, Björn Höcke, que tenía hasta ahora en Kalbitz a su alumno más aventajado. En el partido hablan abiertamente de «batalla final» por el control de la polémica formación antieuropea y racista. Y de guerra sucia. Esta semana aparecía en las redes sociales un cartel de busca y captura «vivo o muerto» con el retrato de Meuthen y el texto ‘Enemigo público número 1 de Alemania’ que se atribuye al ala más radical de AfD.
LAS CLAVES:
Contienda intestina.La expulsión de Kalbitz, líder del sector más radical, es tachada de traición por sus seguidores
La nueva guerra intestina en el seno de la ultraderecha alemana se produce además en un momento de extremo bajón de popularidad. En septiembre de 2018 los sondeos electorales les atribuían un 18% de votos a nível nacional, ahora les otorgan poco más de la mitad que entonces. Su caballo de batalla, la crisis de los refugiados y la migración ilegal, han desaparecido de los titulares de los medios y de las preocupaciones del pueblo alemán. Y la buena gestión de la epidemia del coronavirus por parte del Gobierno de la canciller federal, Angela Merkel, les impide lucirse con ataques desaforados contra el Ejecutivo. Ni tan siquiera están consiguiendo liderar las manifestaciones en Alemania en protesta contra las restricciones civiles dictadas para combatir la pandemia.
Pero lo que más pesa sobre Alternativa para Alemania es la amenaza de verse observada permanentemente por los servicios interiores de inteligencia, la Oficina Federal para la Defensa de la Constitución (BfV), un paso previo a su posible ilegalización como formación sospechosa de no respetar el estado de derecho. Esa vigilancia fue aplicada ya por la BfV a ‘El Ala’, la fracción más radical y ultranacionalista de AfD. Viendo que la espada de Damocles de la observación estatal se cernía sobre la totalidad del partido, ‘El Ala’ se autodisolvió hace dos meses presionada por Meuthen y los más moderados de los populistas. Pero aunque disuelta oficialmente, sus dirigentes, entre ellos Höcke y Kalbitz, en vez de pasar a un segundo plano, buscan ahora el control total del partido.
Guerra interna
En plena guerra entre moderados y radicales, el presidente de AfD decidió atajar las aspiraciones de los más extremistas y presionó a la dirección del partido para forzar la expulsión de su máximo representante en Brandeburgo y líder del grupo parlamentario regional. Andreas Kalbitz, antiguo soldado profesional del Ejército Federal, fue acusado para ello de ocultar al solicitar su ingreso en el partido su antigua pertenencia a organizaciones neonazis como las ya prohibidas Juventudes Alemanas Fieles a la Patria (HDJ), un calco de las Juventudes Hitlerianas de la época nazi.
Siete miembros de la ejecutiva federal votaron hace una semana a favor de la expulsión y cinco en contra, entre ellos el propio Kalbitz en el que sería su último acto oficial como miembro de la formación. El afectado, sin embargo, no ha tirado la toalla. El lunes sus compañeros de partido en la cámara regional de Brandeburgo le confirmaron unánimemente como líder parlamentario y pocos días después apelaba la decisión de la ejecutiva ante el tribunal federal arbitral de AfD.
La expulsión repentina de Kalbitz no sólo ha despertado las iras del ala extremista y su principal ideólogo Bjorn Höcke, un revisionista del pasado nazi que califica de vergüenza nacional el Monumento al Holocausto en el centro de Berlín. También ha indignado a otros poderosos del partido como los líderes parlamentarios de AfD en el Bundestag, la cámara federal, Alexander Gauland y Alice Weidel. Ambos han declarado publicamente su respaldo al expulsado y no creen que la decisión de la ejecutiva federal llegue a ser definitiva.
El dúo de líderes parlamentarios y el presidente del partido están dispuestos a llegar a las últimas consecuencias y a dirimir la discusión y el futuro del ala ultranacionalista del partido en un congreso extraordinario pendiente de convocatoria. Meuthen considera incluso que se trata de «una buena idea para aclarar cual es el quorum» en el seno de la formación y afirma estar «seguro de tener a la mayoría» respaldando su curso.
Los antecedentes no juegan a su favor. El profesor de economia Bernd Lucke, que fundó Alternativa para Alemania en 2013 como partido euroescéptico y en protesta por la política de rescate de la Eurozona tras la crisis financiera mundial, fracasó en 2015 en el intento de domar a unas bases cada vez más ultraderechistas y fue forzado a abandonar la formación junto a un pequeño grupo de seguidores. Fue Bjorn Höcke el que orquestó la asonada.
Dos años después le toco el turno a su sucesora Frauke Petry, que horrorizada con la radicalización hacia el ultranacionalismo de AfD intento frenar al ala más nacionalista del partido. También fue Höcke el que movió los hilos para que fuera derrocada. Aun no está claro que los seguidores del líder de AfD en Turingia se vuelvan a imponer. En esta ocasión parece todo más complicado y difícil. Sobre todo por la permanente amenaza de verse minuciosamente observados por los servicios interiores de inteligencia. Pero nadie duda de que si Meuthen fracasa en su intento de poner a raya a los ultras, AfD desbarrará hacia el extremismo más radical y el partido quedará en manos de quienes hacen apologia del nazismo.
El «oasis», la «excepción», el «ejemplo»: así le llaman a Uruguay distintos medios de la región ante su exitosa estrategia contra el nuevo coronavirus, una que nunca incluyó cuarentenas obligatorias.
De hecho, como la tasa de contagios se ha mantenido baja y el sistema de salud nunca llegó a verse comprometido, el país ya lleva semanas abriendo actividades, por ejemplo, con el paulatino regreso de las clases.
El caso uruguayo contrasta con el de otros países de América Latina, región que ha sobrepasado a Europa y EE.UU. en cantidad de casos diarios de covid-19.
Este lunes, la directora regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para las Américas y directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carissa Etienne, aseguró: «Nuestra región se ha convertido en el epicentro de la pandemia de covid-19».
La expansión del coronavirus, agregó, «sigue acelerándose» en países como Brasil, Perú, Chile, El Salvador, Guatemala y Nicaragua. Pero no en Uruguay.
Etienne «advirtió contra abrir muy rápido las actividades, pero daría la impresión que estas afirmaciones no aplican a Uruguay«, le dijo a BBC Mundo Giovanni Escalante, representante de la OPS/OMS en el país.
«En el caso uruguayo, el presidente (Luis Lacalle Pou) ha nominado un consejo asesor honorario con la finalidad de identificar la mejor evidencia disponible, recabar recomendaciones de más de 40 expertos e integrarlos en reportes destinados a que el gobierno tome decisiones informadas», explicó.
«Por tanto -continuó Escalante-, notamos que las medidas se están tomando con prudencia y están preparando y aplicando protocolos para una vuelta progresiva cautelosa a ‘nueva normalidad'».
Los números
Según datos del gobierno, desde que se declaró la emergencia sanitaria el 13 de marzo hasta este jueves, se habían registrado 811 casos de la nueva enfermedad viral y confirmado 22 muertos.
mapeado
Acercarse El mundo África América del Norte América Latina y el Caribe Asia Europa Medio Oriente Oceanía Ver6.036.944casos369.322muertesEE.UU.1.766.425 casos1.800.000Los círculos muestran el número de casos de coronavirus confirmados por país.
Fuente: Universidad Johns Hopkins (Baltimore, EE.UU.), autoridades locales
Última actualización de cifras 20 de mayo de 2020 16:49 GMT
datos en detalle
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* Proporción de muertes por 100.000 habitantesFiltrar: El mundo África América del Norte América Latina y el Caribe Asia Europa Medio Oriente Oceanía
Muertes
Mortalidad*
Total de casos
Nuevos casos01010015 mil**
EE.UU.
102.693
31,4
1.743.199
24 ENE.29 MAY.
Reino Unido
38.161
56,8
271.222
Italia
33.229
54,8
232.248
Francia
28.714
44,2
149.668
Brasil
27.878
13,3
465.166
España
27.121
58,1
238.564
Bélgica
9.453
82,3
58.186
México
9.415
7,5
84.627
Alemania
8.519
10,2
183.025
Irán
7.677
9,4
146.668
Canadá
7.063
19,1
90.909
Holanda
5.931
34,8
46.132
India
4.981
0,4
174.020
China
4.638
0,3
84.123
Rusia
4.555
3,1
396.575
Turquía
4.489
5,5
162.120
Suecia
4.350
43,6
36.476
Perú
4.099
12,8
141.779
Ecuador
3.334
19,5
38.571
Suiza
1.919
22,5
30.828
Irlanda
1.645
34,1
24.876
Indonesia
1.573
0,6
25.773
Pakistán
1.395
0,7
66.457
Portugal
1.383
13,5
31.946
Rumania
1.253
6,4
18.982
Polonia
1.051
2,8
23.376
Chile
944
5,0
90.638
Filipinas
942
0,9
16.634
Colombia
891
1,8
26.734
Japón
887
0,7
16.688
Egipto
879
0,9
22.082
Ucrania
696
1,6
23.204
Austria
668
7,5
16.685
Argelia
638
1,5
9.134
Sudáfrica
611
1,1
29.240
Bangladesh
610
0,4
44.608
Dinamarca
568
9,9
11.593
Hungría
524
5,4
3.867
Argentina
520
1,2
15.419
República Dominicana
488
4,6
16.531
Arabia Saudita
458
1,4
81.766
Panamá
326
7,8
12.531
República Checa
319
3,0
9.200
Finlandia
314
5,7
6.826
Bolivia
300
2,6
8.731
Moldavia
289
7,1
7.896
Israel
284
3,4
17.008
Corea del Sur
269
0,5
11.441
Nigeria
261
0,1
9.302
Emiratos Árabes Unidos
260
2,7
33.170
Afganistán
249
0,7
14.525
Serbia
242
3,5
11.354
Noruega
236
4,4
8.425
Sudan
233
0,6
4.521
Bielorrusia
224
2,4
40.764
Marruecos
202
0,6
7.714
Honduras
199
2,1
4.886
Kuwait
194
4,7
25.184
Irak
185
0,5
5.873
Camerún
177
0,7
5.436
Grecia
175
1,7
2.909
Bosnia y Herzegovina
153
4,6
2.485
Bulgaria
139
2,0
2.499
Armenia
127
4,3
8.927
Macedonia del Norte
126
6,0
2.129
Malasia
115
0,4
7.762
Luxemburgo
110
18,2
4.012
Eslovenia
108
5,2
1.473
Australia
103
0,4
7.185
Croacia
103
2,5
2.245
Guatemala
90
0,5
4.607
Cuba
82
0,7
2.005
Mali
73
0,4
1.226
Somalia
72
0,5
1.828
Lituania
70
2,5
1.670
República Democrática del Congo
69
0,1
2.966
Estonia
67
5,1
1.865
Chad
65
0,4
759
Yemen
65
0,2
283
Níger
64
0,3
955
Kenia
62
0,1
1.745
Azerbaiyán
58
0,6
4.989
Tailandia
57
0,1
3.077
Burkina Faso
53
0,3
847
Andorra
51
66,2
764
Túnez
48
0,4
1.071
Tayikistán
47
0,5
3.686
Sierra Leona
45
0,6
829
Islas del Canal de la Mancha
45
26,4
560
El Salvador
44
0,7
2.395
Omán
42
0,9
9.820
San Marino
42
124,3
671
Senegal
41
0,3
3.429
Kazajistán
37
0,2
10.382
Qatar
36
1,3
52.907
Haití
35
0,3
1.584
Nicaragua
35
0,5
759
Ghana
34
0,1
7.616
Albania
33
1,1
1.099
Costa de Marfil
32
0,1
2.750
Kosovo
30
1,6
1.048
Eslovaquia
28
0,5
1.521
Liberia
27
0,6
273
Líbano
26
0,4
1.172
Letonia
24
1,2
1.065
Isla de Man
24
28,5
336
Singapur
23
0,4
34.366
Guinea
22
0,2
3.656
Nueva Zelanda
22
0,5
1.504
Uruguay
22
0,6
816
Mayotte
21
8,1
1.699
Tanzania
21
0,0
509
Yibuti
20
2,1
2.914
Mauritania
20
0,5
423
Congo
19
0,4
571
Chipre
17
1,4
942
Kirguistán
16
0,3
1.722
Bahréin
15
1,0
10.449
Gabón
15
0,7
2.613
Isla de San Martín (Francia)
15
40,3
77
Uzbekistán
14
0,0
3.513
Venezuela
14
0,0
1.370
Martinica
14
3,7
200
Guadalupe
14
3,5
162
Crucero Diamond Princess
13
712
Togo
13
0,2
428
Guinea Ecuatorial
12
0,9
1.306
Georgia
12
0,3
757
Santo Tomé y Príncipe
12
5,7
463
Paraguay
11
0,2
917
Guyana
11
1,4
150
Bahamas
11
2,9
102
Islandia
10
3,0
1.805
Sri Lanka
10
0,0
1.558
Costa Rica
10
0,2
1.022
Sudán del Sur
10
0,1
994
Mauricio
10
0,8
335
Jordan
9
0,1
730
Malta
9
2,0
616
Jamaica
9
0,3
575
Montenegro
9
1,4
324
Bermudas
9
14,3
140
Guinea-Bissau
8
0,4
1.256
Etiopía
8
0,0
968
Trinidad y Tobago
8
0,6
116
Zambia
7
0,0
1.057
Taiwán
7
0,0
442
Barbados
7
2,4
92
Nepal
6
0,0
1.212
Myanmar
6
0,0
224
Maldivas
5
1,0
1.591
Madagascar
5
0,0
698
Libia
5
0,1
118
Cabo Verde
4
0,7
405
Malawi
4
0,0
273
Zimbabue
4
0,0
149
Siria
4
0,0
122
Mónaco
4
10,3
98
Angola
4
0,0
81
Territorios Palestinos
3
0,1
447
Benín
3
0,0
224
Aruba
3
2,8
101
Antigua y Barbuda
3
3,1
25
Esuatini
2
0,2
279
Mozambique
2
0,0
234
Brunéi
2
0,5
141
Comoras
2
0,2
87
Belice
2
0,5
18
Crucero MS Zaandam
2
9
República Centroafricana
1
0,0
874
Reunión
1
0,1
470
Guayana Francesa
1
0,4
450
Islas Caimán
1
1,6
141
Liechtenstein
1
2,6
82
Burundi
1
0,0
42
Botsuana
1
0,0
35
Gambia
1
0,0
25
Curazao
1
0,6
18
Islas Turcas y Caicos
1
2,7
12
Surinam
1
0,2
12
Montserrat
1
20,0
11
Sahara Occidental
1
0,2
9
Islas Vírgenes Británicas
1
3,4
8
Ruanda
0
0,0
355
Uganda
0
0,0
329
Vietnam
0
0,0
328
Islas Feroe
0
0,0
187
Mongolia
0
0,0
179
Gibraltar
0
0,0
161
Camboya
0
0,0
125
Polinesia Francesa
0
0,0
60
Eritrea
0
0,0
39
Bután
0
0,0
33
San Vicente y las Granadinas
0
0,0
26
Timor Oriental
0
0,0
24
Granada
0
0,0
23
Namibia
0
0,0
23
Nueva Caledonia
0
0,0
19
Laos
0
0,0
19
Santa Lucía
0
0,0
18
Fiyi
0
0,0
18
Dominica
0
0,0
16
San Cristóbal y Nieves
0
0,0
15
Groenlandia
0
0,0
13
Islas Malvinas o Falkland
0
0,0
13
Vaticano
0
0,0
12
Seychelles
0
0,0
11
Papúa Nueva Guinea
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8
San Bartolomé
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Esta visualización se basa en datos periódicos de la Universidad Johns Hopkins y puede que no refleje la información más actualizada de cada país.
** Los datos históricos de nuevos casos son una media de tres días seguidos. Debido a la revisión del número de casos, la media no pudo ser calculada en esta fecha.
Fuente: Universidad Johns Hopkins (Baltimore, EE.UU.), autoridades locales
Última actualización de cifras: 30 de mayo de 2020 10:29 GMT
Para ponerlo en perspectiva, dado que Uruguay es un país de poco menos de 3,5 millones de habitantes, la tasa de muertes por 100.000 habitantes es de 0,6, de acuerdo con datos de la Universidad Johns Hopkins (EE.UU.) actualizados a este viernes.
En el Cono Sur, para ese mismo día, la tasa de muertes en Brasil era de 12,2, en Chile de 4,5, en Argentina 1,1 y en Paraguay 0,2, país que también viene siendo exitoso en su estrategia contra el coronavirus, aunque sí con cuarentenas obligatorias.
Ahora Uruguay está entre los países de la región que pueden «gestionar» la propagación del virus, dijo a la BBC Marcia Castro, profesora de salud global en la Universidad de Harvard (EE.UU.).
Tal es así que ya se han abierto las escuelas rurales y, de forma voluntaria y con un esquema progresivo, están volviendo las clases en el resto de los niveles educativos a lo largo de todo el país, con Montevideo y las universidades como últimos de la lista.
Desde abril volvió al trabajo el sector de la construcción y desde este mes el comercio, en general, se ha liberado, y las oficinas públicas han abierto.
No obstante, en todos los casos se recomienda el uso de mascarillas, el respeto de la distancia social y se desaconseja el trabajo presencial de personas con factores de riesgo de salud.
Con todo esto en mente, las familias y amigos ya se reúnen, aunque las tradicionales rondas de mate están desaconsejadas.
¿Pero cómo llegó hasta este punto?
Alto acatamiento
Los primeros casos de covid-19 en Uruguay se registraron el 13 de marzo, menos de dos semanas después de que Lacalle Pou asumiera la presidencia.
De inmediato el nuevo gobierno implementó medidas similares a las de otros países de la región, como Argentina y Perú: cerró fronteras y suspendió vuelos, clases, servicios religiosos y eventos multitudinarios como torneos de fútbol y conciertos.
Pero nunca se decretó el confinamiento obligatorio de la población, incluso cuando figuras como el expresidente Tabaré Vázquez, quien es médico de profesión, se expresaron a favor.
«Quien proponga seriamente el aislamiento social general debe estar dispuesto a aplicar las medidas que llevan al delito de desacato y que tienen una pena de prisión», dijo Lacalle Pou en aquel entonces.
«En ese sentido, ¿alguien, en serio, está dispuesto a llevar detenido, a llevar ante un juez, ante un fiscal, a quien sale a ganarse el peso, no para la semana, (sino) para el día?«, agregó.
La estrategia, en cambio, fue apelar a la responsabilidad ciudadana.
En entrevista con BBC Brasil, el ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, aseguró que una de una serie de factores y medidas que han contribuido a los, hasta ahora, resultados positivos en el país, fue la conciencia de los uruguayos de la «virulencia» del coronavirus.
«Aunque no es obligatorio, la mayoría prefirió quedarse en casa y muchos comerciantes optaron por no abrir porque la gente no iría, especialmente al comienzo de la cuarentena. Esto fue visible aquí en Montevideo y también en el interior del país», dijo por su parte Mariana Pomies, directora de la consultora de opinión pública Cifra.
Las encuestas realizadas por la consultora mostraron que más del 90% de los uruguayos aceptaron la recomendación de quedarse en casa.
Sin embargo, las encuestas mostraron que, para los uruguayos, «la parte más difícil» era evitar las reuniones con amigos y familiares.
Al comienzo de la cuarentena, el 84% había suspendido las visitas a personas cercanas, pero el porcentaje cayó recientemente al 63%, según Cifra.
Medidas económicas
La misma consultora registró que «hay consenso» por parte de los uruguayos sobre cómo el país, incluido el gobierno y el sistema de salud en general, enfrenta el coronavirus.
El senador opositor Carlos Mahía dijo a BBC Brasil que Uruguay «tomó buenas decisiones, todos los partidos políticos apoyaron las medidas sanitarias y la sociedad siguió» las iniciativas.
Existen diferencias con el gobierno, agregó Mahía, pero en el área económica y no en la lucha contra el virus.
Una de las primeras medidas (y que sí fue apoyada por la oposición) fue la creación del Fondo Coronavirus, financiado principalmente por un recorte del 20% en los salarios del presidente, ministros, legisladores y otros empleados públicos superiores a US$1.800 por mes.
A su vez, el gobierno apostó por pedir dinero a organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo y la Corporación Andina de Fomento, con quienes lleva años de buenas relaciones.
Al contar con esas líneas de crédito de aprobación rápida y con condiciones favorables, Uruguay no ha tenido que depender de los volátiles mercados de bonos, como lo han hecho países como Paraguay o Perú.
Todas estas inyecciones de dinero están siendo utilizadas para reactivar el empleo y la economía, y para fortalecer el sistema de protección social y de salud.
El sistema de salud
Según Salinas, la infraestructura y el sistema de salud de Uruguay también han sido decisivos para los resultados contra el coronavirus.
En el país, señaló, casi el 100% de la población tiene acceso al agua potable, fundamental para una de las principales barreras de protección: el lavado de manos.
«Nuestro sistema de salud universal es decisivo para los resultados que registramos«, agregó.
«Los sectores público y privado están integrados. Tenemos una fuerte presencia de médicos de familia, que incluye atención domiciliaria. También tenemos un sistema de emergencia prehospitalario en todo país», continuó.
«Y desde nuestro sistema de salud, decidimos evitar en la medida de lo posible que un posible paciente vaya al hospital o alguna clínica. No queríamos que una persona que tenía un resfriado simple terminara contagiándose de covid-19», explicó.
Las pruebas de coronavirus para casos sospechosos se realizan en los propios hogares.
Hasta este jueves, se han procesado más de 41.000 pruebas en todo el país. Según el sitio Worldometer, en Uruguay la cantidad de pruebas por cada 1 millón de habitantes es alrededor de tres veces más que en Argentina, Brasil y Paraguay.
Por otra parte, Salinas destacó las capacitaciones del personal de salud para evitar que se infecten: «No tiene sentido tener camas y respiradores si no hay recursos humanos».
Día a día
Claro que no todo el éxito presente de Uruguay tiene que ver con la gestión de la crisis.
«Hay otros factores que colaboran al control del virus en Uruguay, que tiene que ver con las características demográficas del país, con una baja densidad de población y sin grandes urbes«, dijo el epidemiólogo Julio Vignolo, asesor del gobierno uruguayo, a la agencia AFP hace unos días atrás.
Además, como él mismo aclaró, no hay que ser triunfalistas: «Esto es día a día, hay que ser prudentes, cautos. El coronavirus vino para quedarse«.
En este sentido, Escalante dijo a BBC Mundo: «Tenemos entendido que las medidas se irán monitoreando de forma constante para irlas ajustando en función al análisis de la evolución de la epidemia en Uruguay».
Y agregó: «Hay que tomar en cuenta que Uruguay tiene fronteras amplias con Argentina y Brasil. En este último caso hay dos ciudades binacionales donde el riesgo de aparición de nuevos casos es muy alto por lo que ya establecieron la intensificación de las medidas necesarias».
De hecho, las últimas dos muertes por covid-19, ambas del sábado pasado, ocurrieron en Rivera, una de estas dos ciudades binacionales.
Por lo pronto, Lacalle Pou ha defendido la reapertura de actividades en el país: «Si se toman los recaudos, si se aplica el distanciamiento social y se usa tapaboca, salir no está desaconsejado».
. Si escribimos «manipulador» en lugar de «estratega» estaríamos más cerca de la definición precisa del personaje, y de una forma de entender la comunicación en la que la verdad, las reglas de juego y la decencia han dejado de tener importancia. Se parece a Steve Bannon, el hombre que ayudó a Donald Trump a ganar las elecciones del 2016, pero bastante más antipático. La prensa británica le caracteriza como un personaje despótico, irascible, tóxico, al que le gusta humillar a sus adversarios y colaboradores. Trabajar con él debe de ser un infierno. A pesar de esta presentación, Cummings es un tipo que sabe lo que quiere y lo transmite con claridad. Es un líder que genera dependencia.
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Boris Johnson le considera imprescindible. Esta semana se ha negado a destituirle como asesor -en realidad es un jefe de gabinete con mando para despedir-. Pese al clamor que le exige su salida, el primer ministro resiste la presión de los medios, de la calle y de una parte de su partido. Siente que su destino está unido al de Cummings porque es el único que tiene un plan pos-‘brexit’ en la cabeza. Los demás se limitan a saltar el obstáculo del día. Años de ofensas a periodistas, políticos y parlamentarios conservadores (el exprimer ministro Cameron dijo que era un psicópata al esprint) están detrás del clamor que demanda su salida de Downing Street.
¿Cuál es su delito? Sentirse por encima de las leyes, las reglas y las convenciones, y no dudar en demostrarlo. A finales de marzo viajó en su coche a la granja familiar en Durham, 450 kilómetros al norte de Londres, junto a su mujer con síntomas de covid-19 y su hijo de cuatro años. Era un desplazamiento prohibido por el confinamiento decretado por el Gobierno para el que trabaja, y más para una persona enferma obligada a guardar cuarentena. La coartada de proteger a su familiar se tambaleó cuando la prensa mencionó testigos que le habían visto de paseo en una localidad turística próxima.
Ideólogo de la campaña del ‘brexit’
Cummings fue el ideólogo de la campaña del referéndum de junio del 2016 para la salida del Reino Unido de la UE. Su lema Take back control (Recuperemos el control) era simple, directo, genial; estaba dirigido a la diana emocional del nacionalismo inglés, su gran objetivo porque daba por perdida a Escocia. Lo regó de mentiras sobre «el Bruselas nos roba» que calaron en un país repleto de miedos a los efectos de la crisis del 2008, a la globalización y al cambio tecnológico.
De los políticos pro-‘brexit’ disponibles, Cummings escogió a Johnson porque el xenófobo Nigel Farage le parece un payaso. Ganaron el referéndum, le hicieron la vida imposible a la primera ministra conservadora Theresa May, una proeuropea que trataba de pactar un ‘brexit’ suave, y arrasaron en las elecciones generales de diciembre del 2019. Otra vez un lema extraordinario hizo parte del trabajo: Get Brexit done, que en una traducción libre significa «hagamos el ‘brexit’ de una vez». Funcionó en un país harto de estar en el medio del puente. Johnson es un tipo brillante, rápido, con formación clásica (sabe griego antiguo) y simpático, pero carece de una mente estratégica.
Eugenesia capitalista
Sostenerlo como asesor la ha costado al primer ministro 20 puntos de popularidad. No hay peligro inmediato porque cuenta con 365 diputados, muy por encima de los 326 que marcan la mayoría absoluta. Los laboristas están en reconstrucción y no representan una amenaza a corto plazo. Su problema son los cerca de 40.000 muertos por el covid-19 y las numerosas preguntas sobre sus errores durante las primeras semanas. Johnson apostó por la inmunidad de grupo, una idea peligrosa que nace de la eugenesia, una teoría de moda a comienzos del siglo XX que se basaba en un darwinismo de laboratorio para mejorar la raza. Tras el nazismo cayó en desuso.
Una variedad de eugenesia capitalista regresó con la pandemia: primar la economía a costa de sacrificar a la población de más edad, considerada no productiva. Los medios de comunicación británicos situaron a Cummings en el centro de esa idea, descartada por Johnson cuando el Imperial College estimó que provocaría medio millón de muertos. Para la oposición, el viaje a Durham es un regalo inesperado. Empieza la gran batalla que dominará el escenario político y ético del mundo pos-‘brexit’ y pospandémico. Como allá tienen flema, maneras y sarcasmo, todo se hace sin prisas. No como en España donde prima la desmesura y la fanfarria.
Amazon acaba de anunciar que cerrará su servicio de Amazon Pantry en España el próximo 30 de junio. Este servicio estaba disponible para los clientes prime de la plataforma por un precio de 5 euros en todos los envíos inferiores a los 90 euros. La opción Pantry lo que permitía era acceder a productos frescos, propios de los supermercados o bien comprar, incluso, al por mayor. De hecho, a través de Pantry se pueden adquirir productos básicos de uso cotidiano a un precio más bajo que en la versión normal a cambio de comprar más unidades.
«Amazon Pantry es un servicio exclusivo para clientes Prime, donde podrán encontrar productos de supermercado en tamaños prácticos y con precios bajos. Nuestra amplia selección ofrece cientos de productos que incluye comida y bebida, alcohol, productos de belleza y de cuidado personal, artículos para el cuidado del hogar, así como para mascotas», se lee en la web del gigante tecnológico.
Aunque estará disponible hasta el próximo 30 de junio, Amazon confirma que algunos productos frescos no desaparecerán, sino que se ofrecerán a través de la opción normal. Según la compañía, «la mayoría de los productos más vendidos en Amazon Pantry estarán pronto disponibles en Amazon.es con envíos más rápidos y sin importe mínimo de compra». En otras palabras, estos productos se integrarán al servicio normal con las mismas condiciones que ya tienen los miembros ‘prime’.
Amazon Pantry ha recibido una gran cantidad de pedidos en los últimos meses, especialmente en Estados Unidos durante el confinamiento. Tanto es así, que al intentar acceder a este servicio desde la versión estadounidense salía una alerta advirtiendo de que no estaban «disponibles» porque estaban «reabastecimiento» el stock. Por ello, en España, Italia, Alemania y Francia integrarán esta variante en el servicio normal y eliminarán Pantry.
No afecta a los trabajadores
La decisión de suprimir Pantry, no afecta a los empleados de Amazon. De hecho, la multinacional americana sigue adelante con sus planes para abrir varios centros logísticos en España en los próximos meses. En Sevilla, Madrid y Aragón, Amazon levantará, en total, cinco nuevos centros para poder seguir satisfaciendo la creciente demanda de sus clientes.
Apple se ha propuesto diversificar su negocio para dejar de ser tan dependiente de la venta de sus terminales móviles. Primero fue la apuesta por los auriculares inalámbricos (donde se ha convertido en el líder del sector), después llegó su gran apuesta por los servicios anunciando la creación de Apple TV, un servicio de prensa, Apple Music, Apple Arcade y otras plataformas a las que se accede previa suscripción y ahora, se lanza al negocio hotelero.
El gigante tecnológico está construyendo un impresionante campus en Austin (Texas) y allí ha decidido construir un majestuoso hotel de 192 habitaciones. En principio, todo era parte de una propuesta pendiente de aprobación. Pero, la idea ya ha recibido la luz verde y se convertirá en una realidad. En total, Apple levantará una superficie de unos 7.000 metros cuadrados con 192 habitaciones. Lo que todavía no se sabe es si será también la propia compañía la encargada de gestionar este negocio o bien lo construirá para alquilarlo o subcontratar la gestión. Según el medio Hypebeast, el hotel servirá, en principio, para acoger a los empleados que se desplacen al gigantesco campus con la intención de recibir formación.
El proyecto del campus es igual de impresionante. De hecho, la empresa creadora de iPhone, destinará 1.000 millones de dólares (920 millones de euros) para construir este recinto que abrirá sus puertas en 2022. En total, el conjunto del recinto ocupará nada más y nada menos que 279.000 metros cuadrados y servirá para acoger a 15.000 personas, además de tener a 5.000 empleados. Será dentro de este macroproyecto donde Apple levantará oficinas, espacios para formaciones y el mencionado hotel.
Otro punto que queda en el aire es saber si este hotel estará abierto al público en general o no. Ya que la intención inicial de Apple es que sirva para acoger a sus empleados y otros socios que viajen de todas las partes del mundo para reunirse con directivos de la compañía. De esta manera, la empresa se ahorraría los costes de alojamiento que supone desplazar a tantas personas. Además, sería muy funcional ya que conectaría las oficinas y el campus con el hotel.