¿Y si dejáramos de comer carne?

Comer carne ayudó a hacernos humanos. Sin la proteína animal es muy probable que no hubiésemos desarrollado la inteligencia que nos diferencia del resto de las especies, como apuntan los restos arqueológicos de los homínidos que nos precedieron. Hoy sigue constituyendo un elemento importante de la dieta de buena parte de la población, pero la ganadería es también un gran contaminante: genera más del 14 % de las emisiones de efecto invernadero causadas por el hombre, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO). El reparto de esta carne es profundamente desigual en el mundo. Con el crecimiento demográfico y la incorporación de este producto a la mesa de muchas personas que antes no podían permitírselo, la sostenibilidad de un menú tan carnívoro como el de Occidente está en entredicho. Movimientos vegetarianos abogan por un planeta supuestamente verde en el que no se consuman animales y, en algunos casos, tampoco sus derivados. Pero una humanidad vegana también traería complicaciones para la salud de quienes no mantuvieran una cuidadosa observación de su régimen y para un medioambiente a cuyo equilibrio también colabora la ganadería.

El discurso contra la ingesta de animales lo sintetiza bien el británicoNicholas Stern, execonomista jefe del Banco Mundial. Un mundo sostenible, según Stern, tiene que ser necesariamente vegetariano, ya que el gasto de agua y la producción de gases de efecto invernadero para producir cárnicos es descomunal: ese 14 % equivale a multiplicar por 20 las emisiones de España en un año. Además, la comida para el ganado es ingente: un tercio del total de la que consume el planeta, según el estudio Beneficios climáticos de un cambio de dieta (Springer Science y Business Media, 2009). “Si todo sigue como hasta ahora, las temperaturas subirán hasta cinco grados en un siglo y el sur de Europa será un desierto. Ser carnívoro se volverá inaceptable, como ahora lo es conducir ebrio”, aseveró en un discurso Stern.

Lo cierto es que los recursos para conseguir carne son tremendos en comparación con los vegetales. Un par de ejemplos: para producir un kilo de ternera se emiten 27 de dióxido de carbono equivalente (una medida que aúna el impacto de distintos gases de efecto invernadero), se necesitan 15.400 litros de agua y 100 kilos de su proteína requieren 6.000 metros cuadrados de terreno. El mismo peso en lentejas requiere menos de un kilo de CO2, 5.854 litros de agua y 2.500 metros cuadrados de tierra.

“En Occidente comemos carne a un precio asequible porque hay sitios en el mundo donde ni la prueban, es así de cruel. Si en China o la India empiezan a hacerlo, algo lógico dado que su nivel de vida va subiendo, el impacto ambiental será muy fuerte. De hecho, estos países ya están comprando extensiones brutales de tierra en África para alimentar a su ganado”, asume José Miguel Mulet, profesor titular de biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia.

Los efectos de dejar de consumir carne

Abandonar el consumo de carne, sin embargo, tendría consecuencias tan profundas y variadas que pintar un panorama sin ella es complicado. Para empezar, alrededor de 1.300 millones de personas en el mundo viven de la ganadería, de los cuales, 987 millones son pobres, según la FAO. Como explica Pablo G. Toral, investigador en nutrición de rumiantes del CSIC, es la base de la economía para numerosos núcleos rurales, con un papel esencial en los países en desarrollo: “Para muchas personas del campo, principalmente en zonas más desfavorecidas, la cría de animales constituye una fuente inmediata de dinero en efectivo frente a la estacionalidad de las cosechas”. Como explica el biólogo marino José Vicente Prieto, en regiones como Galicia, quedarían amplias zonas despobladas. “Hay poblaciones costeras donde más del 60 % de la población vive de la pesca y del marisqueo, si a eso le sumamos los que viven de la ganadería, quedarían arruinadas regiones enteras. Además, ocasionaría un cambio salvaje en el ecosistema, cuyo resultado a lo mejor no nos gustaría. Se ha comprobado que una reducción del esfuerzo pesquero de depredadores como la merluza afecta muy significativamente a las especies de las que se alimenta”, afirma.

Suponiendo que el cambio de dieta fuera paulatino y se consiguiese recolocar a todas las personas que viven de la ganadería y la pesca, sigue sin estar tan claro que dejar de consumir alimentos animales sea la panacea. En un mundo en el que más 2.000 millones de seres humanos están malnutridos, la FAO aboga por un mayor consumo de carne en determinadas zonas: “La mayor parte de quienes sufren carencias de micronutrientes viven en países de bajos ingresos. Las comunidades infectadas por el VIH/sida, las mujeres y los niños tienen especial necesidad de alimentos altamente nutritivos como la carne. Para combatir de manera eficaz la malnutrición y la subnutrición, deben suministrarse 20 gramos de proteína animal per cápita al día. Esto puede lograrse mediante un consumo anual de 33 kilos de carne magra o 45 de pescado o 60 de huevos o 230 de leche”. La organización matiza que un régimen vegetariano también puede ser saludable. Con él, sin embargo, es más complicado paliar esta malnutrición, ya que las proteínas vegetales no suelen tener todos los aminoácidos esenciales para el ser humano y es necesario combinar distintas fuentes (legumbres y cereales, por ejemplo) para obtenerlas.

Uno de los problemas en relación con la sostenibilidad es el reparto desigual de esos recursos alimenticios en el mundo. Mientras que esos 33 kilos de carne son más del doble de lo que consume anualmente un africano medio, según datos de la propia FAO, en EE. UU. se cuadruplica esta cantidad.

Sin embargo, un reparto más equitativo del alimento tampoco paliaría la contaminación que genera el consumo de animales. El estudioBeneficios climáticos de un cambio de dieta apuntaba en 2009 que un mundo vegano (que no consuma nada procedente del ganado) reduciría las emisiones de carbono relacionadas con la agricultura en un 17 %, las de metano en un 24 % y las de óxido nitroso en un 21 % en 2050.

No hay que irse a un escenario tan radical para encontrar sustanciales mejoras en la sostenibilidad del planeta. Para luchar contra la contaminación manteniendo el consumo animal hay dos propuestas principales. Una es potenciar la ganadería extensiva en detrimento de la intensiva y otra mejorar la eficiencia de esta última.

Buscando la eficiencia

El informe Enfrentando el cambio climático a través de la ganadería(FAO, 2013) estima que las emisiones podrían reducirse hasta un 30 % si se extendieran las mejores prácticas y tecnologías ya existentes. Toral enfatiza que no es tan necesario un cambio en los sistemas productivos, sino una mejor eficacia: “Hay que desterrar la idea de que intensivo es sinónimo de contaminante. Todo depende de la gestión que se haga”, puntualiza. Mulet va más allá: “La ganadería ecológica es mucho más perjudicial para el medioambiente que la convencional. ¿Por qué? Muy fácil, porque por ley las vacas tienen que estar sueltas. Son animales muy contaminantes por sus emisiones de gas, el daño físico sobre las plantas, la presión sobre los espacios naturales… Si toda la cabaña que hoy se encuentra en establos estuviera suelta pastando por el campo, arrasamos el medioambiente”.

Un mundo vegano reduciría mucho las emisiones de carbono. Pero 1.300 millones de personas en el mundo viven de la ganadería. Y la mayoría son pobres

“También hay que decir que la ganadería se está poniendo al día y trata de ser más eficiente, por ejemplo, aprovechando el metano de las vacas para producir energía, optimizando las variedades para que crezcan rápido y con menos gasto energético. Aquí entramos en el terreno espinoso del uso de hormonas, prohibido en Europa, pero que realmente es provechoso, porque se adelanta la fecha de sacrificio con el consiguiente beneficio ambiental”, reflexiona Mulet, que enumera otras alternativas: «Se baraja alimentarnos de animales de sangre fría como insectos o reptiles, que necesitan menos energía… No sé si tiene futuro pero, por ejemplo, las piscifactorías requieren menos recursos que una granja, porque los peces son de sangre fría, es decir, tienen menos necesidad metabólica y, por tanto, les hace falta menos pienso. Un mundo en el que comiéramos pescado en vez de carne ya sería más sostenible”.

Enfrentada a esta, la opción más tradicional es generalizada entre los grupos ecologistas y la defiende, por ejemplo, José Esquinas, expresidente del comité de ética para la agricultura y la alimentación de la FAO: “Se debe distinguir y tratar separadamente a la ganadería intensiva y la integrada en la granja familiar. Esta última puede ser muy beneficiosa para el medioambiente y aportar otros beneficios sociales y de salud”. Jesús Garzón, presidente de la asociación Trashumancia y Naturaleza, explica que la ganadería “es fundamental” para aprovechar los recursos sin degradar el medioambiente. Defiende que la extensiva fertiliza el suelo de forma natural y produce menos carbono, además de favorecer todo un ecosistema de insectos, hongos y bacterias que crean un suelo más rico. “Asimismo, se puede adaptar a cualquier clima. Si en España la temperatura aumentase dos grados, muchos cultivos desaparecerían. Esas zonas que se va a abandonar por falta de agua pueden ser aprovechadas por los animales de forma natural, sin crear problemas para el medioambiente”, explica. Y rebate los argumentos de Mulet: “La mitad de las tierras emergidas del planeta son zonas áridas donde prácticamente no hay lluvia regular, adolecen de mucho frío o calor. Solo el ganado puede explotarlas”.

La posición de Greenpeace es parecida. Luis Ferreirim, su responsable de Agricultura, sostiene que la ganadería es necesaria para el mundo y pone el ejemplo del beneficio que supone a la hora de controlar los incendios, que se propagarían más fácilmente si los rumiantes no pastaran. En su opinión un mundo totalmente vegano no sería la solución, aunque probablemente sí otro que no se alimentase con animales, sino con sus derivados, lácteos y huevos. “El modelo que tenemos hoy en día es nefasto. No necesitamos comer tanto derivado cárnico. Buena parte del alimento para la ganadería intensiva proviene de terrenos que han sido deforestados”, lamenta.

Uno de los argumentos contrarios a la ganadería intensiva es la gran necesidad de recursos alimentarios de los animales. “Se usan piensos descompuestos del Tercer Mundo que destruyen ecosistemas, usan fuertes pesticidas y contaminan suelos y aguas”, asegura Garzón. No obstante, también transforman materia orgánica inútil para nuestra alimentación, como hierba o paja, en un alimento nutricionalmente muy valioso. Toral asegura que se pueden aprovechar los destríos de los invernaderos, los subproductos de la remolacha tras la producción de azúcar, los de la producción de aceite o del biodiésel. “La ganadería, por tanto, representa un buen complemento a la agricultura”, sentencia.

Hacia una dieta ideal (vegetariana o no)

Suponiendo que se solucionasen o, al menos, paliasen los problemas de la ganadería para el medioambiente, queda el aspecto de lanutrición. ¿Es sano dejar de comer animales y sus derivados? Los nutricionistas Virginia Gómez y Aitor Sánchez coinciden: “Podemos tener una dieta omnívora que sea saludable o no, al igual pasa con una vegetariana”.

“Ningún alimento es imprescindible. Como las personas vegetarianas restringen ciertos grupos, carnes y pescado (además de lácteos y huevos en caso de los veganos), su dieta podría verse comprometida en algunos de los nutrientes de estos alimentos: la proteína, si hablamos de macronutrientes, y hierro, cinc, calcio, yodo y vitamina B12, sobre todo en veganos, en el caso de los micronutrientes. Pero insisto: una dieta vegetariana bien diseñada puede tener un aporte correcto de todos ellos”, argumenta Sánchez. Según Gómez, los vegetarianos suelen estar bien informados en nutrición y saben cómo combinar proteínas de cereales y legumbres para obtener todos los aminoácidos necesarios o suplementar su alimentación en caso de carencias de los elementos anteriormente citados.

Diversos estudios han abordado las bondades del vegetarianismo, que se ha correlacionado con menor hipertensión, problemas de colesterol y algunas enfermedades degenerativas, en parte por la eliminación de las grasas saturadas de origen animal. El problema está en que no todo el mundo tiene una observación tan estricta de su régimen como la de muchos vegetarianos. La carne, que también puede conllevar perjuicios cuando se come con exceso, elimina de un plumazo multitud de potenciales carencias. La Clínica Universitaria de Graz (Austria) publicó a principios de este año el estudio Asociación entre los hábitos alimenticios y varios parámetros de salud para comprobar si una dieta vegana o vegetariana era realmente más sana, como habían afirmado otros análisis anteriores. Los resultaron mostraron lo contrario. Los vegetarianos presentaron más patologías alérgicas, cancerosas y cardiovasculares que los consumidores de carnes. De las 18 enfermedades crónicas que estudiaron, los vegetarianos enfermaban con más frecuencia en 14.

Comer carne o no, insisten los nutricionistas consultados, no es bueno o malo per se. Lo que cuenta es el conjunto de la dieta. Sánchez explica, sin embargo, que las cantidades que consumimos no solo impactan por la presencia animal, sino por el desplazamiento de otros productos: “Si comemos más carne, apartamos consecuentemente otros alimentos interesantes, como el pescado o las legumbres”.

Consumimos demasiada carne en los países desarrollados. No hace falta ser vegetariano o vegano para aseverarlo. Los datos de la FAO lo corroboran. Y esto supone un gran impacto para el medioambiente y, potencialmente, para la salud.

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¿Comer sano es de ricos?

Comer sano es buenísimo para la salud, pero hace daño al bolsillo. El pasado octubre, un estudio del Centro para la Investigación de la Dieta y la Actividad (CEDAR) de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) reveló que la diferencia de precio entre los alimentos considerados saludables y los que no lo son es cada vez mayor. Los responsables de este estudio tomaron como muestra 1.000 calorías procedentes de varios lotes de alimentos saludables (salmón, latas de atún, leche semidesnatada, tomates, yogures) y los compararon, calculadora en mano, con 1.000 calorías de comida poco saludable (pizza congelada, beicon, refrescos de cola, donuts, helados). El primer lote costaba de media 9,53 euros, mientras que el segundo se podía adquirir por solo 3,18. O lo que es lo mismo, una diferencia de 6,35 euros; diez años antes, esta era solo de 4,94 euros.

Ese creciente margen ha provocado que, en tiempos de crisis, aumente el consumo de alimentos económicos (que con frecuencia son los menos saludables). Esther Vivas, profesora del Máster de Agricultura Ecológica de la Universidad de Barcelona, coautora del informe Impacto de la crisis en el derecho a una alimentación sana,publicado por la revista científica de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPASGaceta Sanitaria el pasado junio, y artífice del libro El negocio de la comida, que se publica este mes, confirma que esto es así y lo expresa de forma categórica: “Hay una cuestión de clase social que determina la alimentación. Hay comida para ricos y comida para pobres”.

En su informe para SESPAS, que Esther Vivas firma con el profesor de Sociología Josep María Antentas, confiesa que era una situación previsible. “Los estudios sobre la crisis económica asiática a finales de la década de 1990 muestran que las familias reducen primero el gasto en los alimentos más caros, como los de origen animal, la fruta y la verdura”, expone.

¿A qué es debida esta asincronía en los precios? Esther Vivas apunta a que las instituciones, a la hora de destinar sus ayudas, inclinan la balanza del lado de las grandes empresas que producen alimentos de forma industrial, propiciando que el precio de estos pueda mantenerse bajo. “Los vínculos entre la administración pública y las grandes empresas privadas son muy estrechos: lo estamos viendo con el sistema bancario o las constructoras. También en agricultura y alimentación”, asegura Vivas. “Las ayudas a la agricultura benefician a los grandes empresarios y no al pequeño campesino, y mucho menos a la agricultura ecológica”.

El estudio de la Universidad de Cambridge no entra en las posibles causas de esta tendencia en los precios, pero sí recuerda que la política agrícola del gobierno del Reino Unido ha venido subvencionando la producción de lácteos, granos, aceites y azúcar, lo que ha provocado una notable reducción en el consumo de otros productos sin subsidios, como frutas y verduras.

A finales de 2013, otro estudio similar realizado por investigadores de la Universidad de Harvard (Estados Unidos) señaló como posible causa la influencia de décadas de políticas agrícolas que han favorecido la producción y venta de productos alimenticios altamente procesados para obtener la máxima rentabilidad. Ese mismo informe sugería que subvencionar los alimentos sanos y gravar los poco saludables sería una buena forma de corregir el desequilibrio en los precios y empujar a la gente hacia una dieta más saludable.

Muchos de los alimentos más sanos proceden de la pequeña agricultura o ganadería, sujetas a unos costes elevados. “La producción de alimentos en el campo es menor, porque se tiende a no forzar la naturaleza. Cada tierra vale para una cosa. No se utilizan fertilizantes ni herbicidas”, explica Ana Isabel López, técnico agrario y socia de Ecogermen, una cooperativa creada por consumidores de Valladolid que se unieron para comprar comida de calidad directamente a los productores.

Una cuestión de educación

Los expertos detectan también un problema de educación: estamos “programados” para preferir la comida menos saludable. “No nos enseñan a comer bien”, sostiene Esther Vivas. “La sociedad promueve la comida barata y rápida y esto impacta en capas sociales con menos recursos e inquietudes. De hecho, las comunidades autónomas con mayores índices de paro concentran las cifras más altas de población con exceso de peso”.

«Creemos que decidimos lo que comemos, pero en realidad comemos lo que nos dicen. Entre un 25 % y un 55 % de lo que compramos en el supermercado tiene un carácter impulsivo, viene determinado por impactos y marcado por lo que hemos visto anunciado en la televisión”, dice Vivas.

Las administraciones públicas tienen capacidad para solucionarlo, pero según la especialista se quedan en la teoría. “Se elaboran programas basados en consejos y pautas pero fallan cuando se trata de poner los medios para que se lleven a la práctica”. Y pone como ejemplo los comedores escolares. “En vez de promover en ellos la alimentación saludable se conciertan acuerdos con empresas decatering que elaboran sus menús con alimentos que en muchos casos dejan bastante que desear, como por ejemplo, los congelados”.

Ana Isabel López, de Ecogermen, coindice: “Nos han enseñado que hay una sola forma de consumir. Y existen otras que a veces no son más caras, pero sí requieren un esfuerzo por nuestra parte”.

Su salud se lo agradecerá

Cuando comer sano implique rascarse la billetera, conviene pensar que estamos invirtiendo en salud, Una consecuencia evidente del hecho de que los alimentos más sanos sean inaccesibles para un amplio sector de la población es que genera desigualdad social en el ámbito de la nutrición, así como un aumento de enfermedades derivadas de la alimentación y, a su vez, del gasto público para curarlas. “Vivimos en un mundo de obesos y famélicos”, subraya Esther Vivas. “Hay tanta gente en el planeta con sobrepeso como con problemas de desnutrición”.

Conseguir alimentos saludables a un precio razonable es posible, aunque no tan fácil como hacerlo en el súper de la esquina: es a eso a lo que se refiere Ana Isabel López cuando dice que requiere “un pequeño esfuerzo”. Hay que investigar y, a veces, organizarse. Un modo de hacerlo es a través de una cooperativa de consumidores. Al ser comida adquirida directamente al productor, los costes se abaratan. Por ejemplo, en Ecogermen, un kilo de coliflor cuesta 1,70 euros, y de calabacines, 2,30. Eso sí: hay que desplazarse hasta su tienda de Valladolid o a la ciudad donde la cooperativa tenga su sede. Si quiere primar el criterio de la cercanía, otra opción es la de losgrupos de consumo, vecinos que se unen en la búsqueda de productos locales, ecológicos y de temporada. Algunos surgieron del impulso del movimiento 15-M. Descartan hacer la compra en supermercados y grandes superficies y contactan directamente con los productores. En ocasiones, adquieren un terreno y lo explotan ellos mismos. Solo en Madrid capital se han fundado cerca de cincuenta grupos de consumo; más de treinta, entre grupos y cooperativas, en Barcelona. Y siempre será de gran ayuda entender la etiqueta de todos los productos que adquiera. Porque comer saludable no es un capricho, sino un pilar imprescindible para el bienestar humano.

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Navarra legaliza la marihuana

Navarra, como Amsterdam. Es la primera comunidad autónoma española en regular la constitución de clubes de fumadores de cannabis, locales en los que socios y socias podrán consumir cannabis. Este tipo de locales se ha multiplicado por la geografía española, con especial intensidad en Cataluña.

«Una de las sustancias más consumidas actualmente en Navarra es el cannabis sativa, tanto en su carácter lúdico como por sus efectos paliativos para determinadas dolencias», explica la ley foral firmada por la presidenta de Navarra, Yolanda Barcina, que publica hoy el BOE.

El consumo de cannabis «no constituye ilícito penal o administrativo cuando se somete a los límites impuestos por la norma e interpretados por la jurisprudencia, admitiéndose dentro de dichos límites tanto el consumo compartido como el abastecimiento para el consumo propio».

La normativa navarra señala que los clubes de personas consumidoras de cannabis tendrán la forma jurídica de una asociación sin ánimo de lucro y que los socios fundadores «deberán ser consumidores habituales de cannabis con anterioridad al inicio de la actividad del club».

Podrán ser socios y socias de los clubes «las personas mayores de edad que acrediten su condición de consumidores de cannabis con anterioridad a la presentación de su solicitud de ingreso»

La ley publicada hoy en BOE no especifica como se producirá el cannabis que se consuma en los clubes. La normativa señala que los locales «procurarán que sus integrantes de pleno derecho accedan a consumir una sustancia lo más orgánica posible y libre de adulteraciones, debiendo someterse la sustancia a los controles sanitarios que se establezcan».

Las personas asociadas «no podrán retirar más cantidad de cannabis sativa, o alguno de sus derivados o extractos, por persona y día que la establecida por la asociación, calculada según las medidas de prevención de riesgos y en función de los estándares internacionales».

La ley, surgida a raíz de una Iniciativa Legislativa Popular, fue aprobada con los votos a favor de Socialistas de Navarra, Bildu, Aralar-Nabai e I-E

Además, el Gobierno de Navarra exige a los colectivos ofrecer formación para prevenir riesgos en el consumo de cannabis; reducir los daños por su consumo; controlar el consumo y las sustancias; informar y facilitar a los usuarios acerca del uso responsable, así como trabajar para que se reduzca el mercado ilícito de venta de cannabis.

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El tratamiento que curaría la Hepatitis C, se dispensa en Egipto por 900 euros

SOVALDI es un medicamento revolucionario que cura la hepatitis c, sale un medicamento asi cada 50 anos aproximadamente. Es del laboratorio GILEAD.

SOVALDI es un inhibidor de la polimerasa, lo que significa que ataca el corazon del virus y lo elimina en una semana. Por eso con tres meses de tratamiento se consigue erradicar la enfermedad, siempre tiene que ir acompañado de ribabirina (antiviral) y en algunos casos de SIMEPREVIR, inhibidor de la proteasa. Esta triple terapia esta funcionando en EEUU perfectamente y curando a los enfermos que disponen del dinero para curarse, ya que allí la sanidad es privada, lo que significa que solo se curan los que tienen un cierto nivel económico.

Este medicamento lleva aprobado por la Agencia Española del Medicamento desde enero de 2014, segun la ley, en tres meses debería ser incluido en el sistema de salud pública. Debido a la presión mediática que hemos ejercido y sobre todo a la reunión que tuvimos con el Presidente de la Comisión de Sanidad en el congreso, Mario Mingo Zapatero, hemos logrado que se acelere la concesión del SIMEPREVIR del laboratorio JANSSEN, pero este medicamento, SIMEPREVIR, no es lo que necesitamos porque siempre debe de ir acompañado de INTERFERON, (inyecciones de quimio), y RIBABIRINA, lo que tiene unos efecfos secundarios tremendos y los enfermos en fases avanzadas con fibrosis, como es mi caso, no podemos soportar estos efecros, pues nos terminaría matando.

SIMEPREVIR, no es lo que necesitamos porque siempre debe de ir acompañado de INTERFERON, (inyecciones de quimio), y RIBABIRINA, lo que tiene unos efecfos secundarios tremendos

Laboratorios: el SOVALDI, principio activo SOFOSBUBIR, es el fruto de una larga investigación, donde hemos participado pacientes de muchos paises, 2007 estuve en un proyecto de investigación con interferon y ribabirina, pero no me curó. La investigación la ha hecho un laboratorio pequeño, PHATMASET, y han colaborado MERK, JANSSEN Y GILEAD. Cuando se ha creado la molécula del SOVALDI, ha llegado GILEAD y ha comprado el laboratorio PHATMASET junto con la patente, por eso ponen ese precio desorbitado. En la actualidad estan en juicios en EEUU por este tema. ( esta información esta en google). Nosotros desde nuestras asociaciones de enfermos y plataformas sociales, tenemos la información de que crear una pastilla de SOVALDI cuesta 3 euros, y la estan vendiendo en Europa por 640 euros aproximadamente.

También sabemos que el ministerio de sanidad de Egipto, ha llegado a un acuerdo con GILEAD y allí se administra el ciclo completo para curar a un enfermo por 900 euros, mientras que ese mismo ciclo en Europa cuesta unos 60.000 euros.

Nosotros exigimos al gobierno que nos den la medicación inmediatamente, pues estamos caminando hacia la muerte, ya que cuando un enfermo de hepatitis c desarrolla FIBROSIS en el higado, en pocos años degenera en HEPATOCARCINOMA y directamente te mueres.

El problema es claramente político, pues no hay voluntad de ayudar al pueblo, solo de exprimirnos con impuestos y llevarse ese mismo dinero, el nuestro a sus cuentas en paraísos fiscales. Además de la funesta gestión de este dinero público, como es el caso de salvar autovías, aeropuertos sin aviones, equipos de fútbol, circuitos de fórmula 1…

Si estás afectada o afectado por la hepatitis C, súmate a la denuncia que presentará la Plataforma Ciudadana, mediante el portavoz de los afectados, Mario Cortés en el Congreso en septiembre.

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La policía alerta del virus ‘¿Es esta tu foto?’ que infecta móviles inteligentes

La Unidad de Intervención Tecnológica de la Policía Nacional ha alertado de la presencia del virus informático ‘¿Es esta tu foto?’ capaz de infectar los teléfonos móviles inteligentes y acceder a la agenda de contactos para diseminarse.

La policía ha colgado en su perfil en Twitter el aviso en el que explica que se trata de un «potente virus» que afecta a los teléfonos inteligentes con sistema operativo Android –el más generalizado– y que se contagia al pinchar en un enlace que llega en SMS de algún conocido que previamente ha sido infectado.

Al clicar sobre el mismo, pide permiso para instalar una ‘app’ denominada PhotoViewer.apk, que accede a la agenda de contactos a los que reenvía dicho SMS para generar un contagio en cadena. Por ello recomienda, en caso de recibir dicho mensaje, borrarlo inmediatamente y desinstalar la aplicación de haberla autorizado.

Para evitar el contagio de programas dañinos la policía recuerda que no es recomendable instalar aplicaciones de fuentes desconocidas y apunta la importancia de contar con algún tipo de antivirus en el dispositivo.

http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/policia-alerta-virus-esta-foto-que-infecta-moviles-inteligentes-3820430

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Dinámicas comerciales y geopolíticas del nuevo mercado energético

Los países del Golfo han apostado por la industria petroquímica para diversificar sus economías, pero la revolución del esquisto de EE UU está haciendo peligrar la expansión de esta industria al perder los productores del Golfo la ventaja que tenían en los precios de la materia prima.

Entre junio y noviembre de 2014 el precio del crudo ha caído casi un 40 por cien. El 1 de diciembre, tras la cumbre de la OPEP del 27 de noviembre, el barril de Brent cotizaba a 67,92 dólares, su nivel más bajo en cinco años. Desde que empezó a bajar el precio la negativa de Arabia Saudí a reducir su producción ha dado lugar a numerosas teorías de la conspiración. Algunos han argumentado que se trata de un complot entre Arabia Saudí y Estados Unidos para arruinar a Rusia o perjudicar a Irán. Otros consideran que es un ataque directo por parte de Riad a la producción de energía no convencional (extracción de petróleo y gas de esquisto) en EE UU. Ali al-Naimi, ministro de Petróleo y Recursos Minerales de Arabia Saudí, ha negado esas conjeturas y ha asegurado que Riad, lejos de dedicarse a politizar el petróleo, basa su política energética en la oferta y la demanda y lo trata como un asunto comercial. Lo más probable es que los saudíes hayan preferido mantener su producción y rebajar los precios para proteger su cuota de mercado, más aún siendo conscientes de que probablemente otros países productores (dentro y fuera de la OPEP) no harían lo mismo y, por tanto, el efecto sobre el precio del petróleo sería mínimo.

El exceso de abastecimiento, una demanda más débil de lo previsto derivada de la ralentización del crecimiento en China (y, en menor medida, Brasil e India) y la fortaleza del dólar (la divisa de referencia para el mercado petrolero) –y no las maquinaciones saudíes– son los responsables del precipitoso descenso del precio del crudo. La realidad es que la estabilidad del precio del crudo, alrededor de los 110 dólares el barril de Brent durante los últimos tres años, resultaba sorprendente teniendo en cuenta la inestabilidad en Oriente Próximo, la revolución del esquisto en EE UU y los altibajos de la economía mundial.

Solo gracias a la disrupción en la producción de algunos países en Oriente Próximo, debido a conflictos o sanciones, se ha retrasado el impacto del incremento de la producción no convencional en EE UU sobre el precio. Desde 2009, la producción estadounidense se ha incrementado en tres millones de barriles diarios (mbd), pero los cortes en Libia, Irán, Yemen, Sudán y Siria por un total de 2,4 mbd permitieron que el crudo que ya no se destinaba a EE UU encontrase mercados alternativos. Pero cuando las exportaciones de Libia e Irak empezaron a recuperarse, se produjo una presión a la baja sobre los precios. En septiembre de 2014, la producción en EE UU alcanzó 8,8 mbd y, según estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), en 2015 EE UU podría sobrepasar a Arabia Saudí como primer productor de crudo. Como consecuencia, las exportaciones de países de la OPEP a EE UU se han visto reducidas en un 50 por cien desde 2008, incrementando la competición entre países productores como Nigeria y Arabia Saudí por el mercado asiático.

Pero el fuerte frenazo de la demanda global ha sido la principal razón del desplome de los precios. El enfriamiento de la economía mundial, la mayor eficiencia energética en EE UU y Europa y, sobre todo, el parón en el crecimiento en China llevaron a la AIE a recortar en septiembre sus previsiones de incremento del consumo en un 25 por cien. La desaceleración en la tasa de crecimiento chino y la ralentización en niveles de producción y ventas industriales han afectado a las importaciones de petróleo que en el tercer trimestre de 2014 reflejaban un descenso del 19 por cien respecto al mismo periodo del año anterior. En los últimos 10 años, la demanda de petróleo por parte de China ha aumentado a una media del siete por cien anual, lo que representaba un 50 por cien del incremento en la demanda global durante esa década. El reciente frenazo ha llevado a un desplome en el aumento de la demanda de petróleo en ese país, que para 2014 se prevé alcance un dos por cien. Para 2015, las previsiones son de 10,6 mbd, lo que representa un tres por cien de crecimiento, menor que el cuatro por cien estimado por la AIE.

Nuevo mercado, nueva estrategia

Esta vez Arabia Saudí ha descartado recortar la producción como vía para intentar sostener los precios e incluso ha rebajado los precios de venta oficial de su crudo a sus clientes asiáticos y estadounidenses para intentar mantener su cuota de mercado. El reino parece seguro de poder sobrellevar un periodo de precios más bajos y ha señalado que podría vivir con un precio de 70 dólares el barril con el objetivo de alentar la demanda, restringir la oferta y equilibrar el mercado. Los responsables saudíes se muestran confiados en poder sobrellevar la debilidad en los precios a través de estímulos fiscales y monetarios. Con casi un trillón en reservas y uno de los costes más bajos de producción por barril, el país está mejor preparado que otros para soportar la bajada de precios. Por tanto, se espera que los saudíes mantengan su producción por encima de nueve mbd en 2015. Además, Riad es optimista en cuanto a que la bajada de los precios, aunque aguda, no dure demasiado y que los valores se recuperen este invierno.

Indudablemente, el incremento en la producción de petróleo estadounidense ha cambiado las reglas del juego. Además, el papel de productor bisagra de Arabia Saudí ha perdido relevancia en un mercado débil y, por tanto, sería arriesgado disminuir la producción. Si ya de por sí es difícil contrarrestar los movimientos del mercado, más aún en una situación en que los productores estadounidenses podrían suplantar unos posibles recortes saudíes. Dada la debilidad de la demanda, probablemente se requerirían varias rondas de recortes para estabilizar el precio. En los años ochenta, los saudíes ya intentaron estabilizar los precios disminuyendo las exportaciones de 10 mbd a tres en cinco años, aunque sin éxito, debido al crecimiento en la oferta fuera de la OPEP y al enfriamiento de la demanda. Para equilibrar el mercado habría que tener en cuenta, además de los niveles de producción, la calidad del crudo. El excedente (unos 600.000 barriles) de crudo ligero dulce, como el que se produce en EE UU y África del Norte y Occidental y su mercado, en principio, es distinto al del crudo saudí, más pesado y por lo general destinado a los países asiáticos.

La decisión de la OPEP, en su última cumbre de noviembre, de mantener la cuota de producción de 30 mbd vigente desde diciembre de 2011 (aunque sin especificar si se recortarán los 600.000 que se están produciendo actualmente por encima de la cuota) parece obedecer al imperativo de Arabia Saudí de embarcarse en un juego de gallina con EE UU: Riad quiere que EE UU ajuste su producción en respuesta a los precios más bajos. Pero no está claro que lo vaya a conseguir, por lo menos a corto plazo. En EE UU los costes de producción por yacimiento varían significativamente, y algunas estimaciones señalan que la mitad de los pozos seguirían siendo viables con precios de 57 dólares el barril. Además, las continuas mejoras en la eficiencia incrementan los niveles de producción de los pozos. Por último, a corto plazo los precios bajos podrían alentar a las compañías a producir más para pagar deudas y distribuir dividendos.

¿Pero quién aguantará más? La estrategia saudí conlleva ciertos riesgos para los productores del Golfo. ¿Cuánto tiempo de verdad pueden aguantar con precios relativamente bajos y cuánto descenderán los precios? Los ingresos provenientes de la exportación de hidrocarburos son la principal fuente para los gobiernos del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), representando más del 80 por cien. Si se trata de un cambio sistémico y no se logra reavivar la demanda, la presión fiscal podría llegar a ser insostenible para algunos países. Según Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), los países del Golfo dependientes del petróleo sufrirán déficit presupuestarios si el descenso en el precio perdura. Prevé que una bajada sostenida de 25 dólares por barril en el precio del petróleo reduciría los ingresos de la mayoría de los países del Golfo en un ocho por cien del PIB y colocaría a varios de ellos en una situación de déficit presupuestario. Sin embargo, también es cierto que la mayoría ha acumulado suficientes reservas para amortiguar el impacto de cualquier descenso puntual en los ingresos. En agosto de 2014 las reservas del banco central saudí alcanzaban los 747.000 millones de dólares, equivalente a más de tres años de gastos presupuestados. Otro reto a largo plazo lo supondrá la financiación de los grandes proyectos de infraestructura energética. Saudi Aramco, la empresa estatal de petróleo y gas de Arabia Saudí, prevé una inversión anual de más de 40.000 millones de dólares al año durante la próxima década para mantener la capacidad de producción máxima en 12 mbd. Los países productores tendrán problemas para financiar internamente el sector extractivo si los precios del crudo siguen por debajo del nivel en el que se equilibran sus presupuestos durante un periodo prolongado.

Tendencias geopolíticas

Desde el auge del precio del petróleo en junio de 2014 parece que las percepciones de riesgo geopolítico del mercado han disminuido. Aun así, hay variables inciertas que podrían perturbar los mercados: en Libia, el recrudecimiento de la pugna entre las distintas facciones podría impactar sobre la producción y exportación del país; en Irak, aunque la producción en el sur continúa sin verse afectada por el conflicto, la presencia del Estado Islámico está haciendo que la AIE revalúe sus pronósticos de producción; en Irán, continúan las negociaciones para un acuerdo nuclear que levantaría las sanciones que limitan sus niveles de exportación.

Además, la inestabilidad en Oriente Próximo afecta de forma  negativa a la inversión que repercutirá en los niveles de producción futura, algo negativo para Irán e Irak. La producción no convencional en EE UU conlleva cambios en los flujos comerciales que a su vez tendrán consecuencias geopolíticas.

Aunque es difícil hacer estimaciones a corto plazo sobre los mercados energéticos, sí parecen perfilarse consecuencias geopolíticas a largo plazo: EE UU gana influencia, las monarquías del Golfo se vuelven más vulnerables y el foco recae en Asia.

La revolución de la energía no convencional ha rebajado el coste de la energía para EE UU, lo que ha supuesto un empuje para su economía. El boom energético está potenciando la competitividad de las industrias que usan el gas como materia prima, como la petroquímica o el acero, y está alimentando las inversiones en infraestructuras, construcción y servicios. Pero además, el acceso a la nueva energía le proporciona una ventaja geopolítica. Por ejemplo, a la hora de imponer sanciones a Irán, Washington convenció a los países más reacios de que el precio del petróleo no se vería afectado por el aumento de su producción de crudo no convencional. Asimismo, en las actuales negociaciones de tratados de comercio con la Unión Europea (Transatlantic Trade and Investment Partnership) y los países de la cuenca del Pacífico (Trans-Pacific Partnership), acceder automáticamente al mercado americano de gas natural licuado es un incentivo significativo. En 2011, la entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton, creó la Agencia de Recursos Energéticos dentro del departamento de Estado con el propósito de convertir el boom de la energía nacional en una herramienta geopolítica para avanzar los intereses de EE UU en el mundo.

Esto no quiere decir que EE UU será autosuficiente ni que se desentenderá de Oriente Próximo. Seguirá importando un porcentaje de sus necesidades energéticas y dependerá de la estabilidad de los mercados internacionales para la continuidad del abastecimiento y de los precios. Aunque intente implementar un “reequilibrio” hacia Asia, en Oriente Próximo perdurarán importantes intereses como la lucha antiterrorista, la protección de aliados como Israel y la estabilidad del flujo energético. Tampoco querrá perder las importantes inversiones de los países del Golfo en su armamento y mercado de capitales. Continuará además protegiendo las principales rutas marítimas.

Mientras EE UU sale fortalecido de los cambios en el mercado energético, los países del Golfo se debilitan. La creciente vulnerabilidad de la zona se debe principalmente a los elevados gastos en que incurren los regímenes para aplacar a sus poblaciones, el consecuente consumo energético desenfrenado y la pérdida de competitividad de su industria petroquímica en la que han apostado para diversificar sus ingresos.

El precio por barril que requieren los países del Golfo para equilibrar sus presupuestos es cada vez más elevado. Parte de la respuesta de las monarquías del Golfo a la primavera árabe se basó en ofrecer generosas prestaciones económicas a su población para disuadir cualquier protesta. El desembolso saudí fue especialmente notable, alcanzando casi  130.000 millones de dólares destinados al desempleo, aumentos salariales, bonificaciones, construcción de viviendas y creación de puestos de trabajo. Como consecuencia, según el FMI, el precio del barril necesario para equilibrar el presupuesto en Arabia Saudí ha aumentado de 40 dólares en 2008 a cerca de 90 en 2014. La bajada del precio pondrá a prueba la capacidad de las monarquías para proveer los servicios públicos sobre los que se basa su legitimidad. Si aprovechasen el clima de bajos precios para eliminar los subsidios a los productos energéticos podrían incluso salir fortalecidos económicamente. Pero a pesar de las declaraciones de varios países al respecto, dada la delicadeza política, es poco probable que implementen los cambios necesarios, y sin las reformas a los subsidios, la demanda interna de energía seguirá creciendo con el riesgo de que el consumo acapare toda la producción de petróleo. El coste de oportunidad como resultado de las pérdidas en ingresos por exportación y el rápido agotamiento de recursos no renovables serán problemáticos a largo plazo. Si sigue con su trayectoria actual, Arabia Saudí consumirá más de lo que exporta en 2020.

La revolución del esquisto en EE UU también está perjudicando a los países del Golfo en su esfuerzo por diversificar sus economías. A largo plazo el camino a la sostenibilidad fiscal reside en la diversificación de los ingresos del gobierno. Los países del Golfo han apostado por la industria petroquímica como método para diversificar sus economías, pero la revolución del esquisto de EE UU está haciendo peligrar la expansión de esta industria, al perder los productores del Golfo la ventaja que tenían en los precios de la materia prima. La abundancia del gas de esquisto en EE UU ha supuesto una bajada en los precios a tres dólares British thermal units (mmBtu) y, según un informe de PwC publicado en octubre de 2014, los precios de líquidos de gas natural que se utilizan como materia prima para la producción de petroquímicos están por debajo de los de Arabia Saudí.

Por último, el foco recae en Asia. La revolución de la producción no convencional ha acabado por desplazar el centro neurálgico de la futura demanda de energía a Asia. El mercado energético se ha embarcado en una nueva era en que el objetivo es abastecer a Asia en lugar de EE UU –cada vez más autosuficiente– o Europa, donde se supone un descenso en la demanda. Si aumenta será por parte de China e India y, en menor medida, del sureste asiático y África subsahariana. Se espera que la demanda energética se mantenga en los niveles actuales en Europa, EE UU, Japón y Corea, con el incremento del consumo concentrado en el resto de Asia (60 por cien del total mundial), África, Oriente Próximo y América Latina. En 2030, los analistas creen que China se convertirá en el mayor consumidor de petróleo por encima de EE UU. Así, aunque la economía china crezca por debajo de las expectativas (lo hizo un 7,3 por cien en el tercer trimestre, el peor dato desde 2009), la AIE señala en su último informe anual que será el motor de la demanda de petróleo en las próximas décadas, y se convertirá en el primer importador del mundo en 2030.

Un tercio de las importaciones de crudo al gigante asiático provienen del Golfo. El creciente nexo con Asia se refleja no solo en términos comerciales sino también de inversión. La inversión extranjera directa en ambas direcciones aumenta, así como las joint ventures a lo largo de la cadena de producción. Desde 1983 cuando desembarcó en Kuwait e Irak, China, a través de su Corporación Nacional de Petróleo, está llevando a cabo una inversión en petróleo importante, sobre todo en Omán, Irak y Emiratos Árabes Unidos. Las compañías estatales chinas, indias y de Taiwán están relevando a los inversores tradicionales en el Golfo, las empresas occidentales, surcoreanas o japonesas. Asimismo, los operadores estatales del Golfo extienden sus actividades de distribución y refinería a los mayores mercados asiáticos.

Para 2015, la AIE prevé un excedente de petróleo de entre 1,5 y dos mbd. Habrá que ver cuánto caerán los precios y si la OPEP se verá obligada a convocar una reunión extraordinaria para cambiar de estrategia antes de la próxima cumbre de junio de 2015.

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Manipulaciones y mentiras en El País

Esta es una carta al director que El País se negó a publicar.

Agradezco que Público publique la carta que envié el 22 de diciembre a El País criticando y denunciando las manipulaciones y falsedades que tal rotativo ha publicado sobre mi persona y mis trabajos como parte de su campaña de descrédito al Partido Podemos, con el cual colaboramos en la preparación de un documento en el que, a petición de tal partido, subrayamos las líneas estratégicas que deberían considerarse para el desarrollo de un programa económico en el caso de que gobernara España. El País no ha publicado tal carta.

Vicenç Navarro responde a manipulaciones y falsedades publicadas en El País

El País ha publicado recientemente críticas hacia mis posturas que merecen una respuesta y corrección:

1) El Sr. Díez escribió (“Podemos en el país de Nunca Jamás”, El País, 27.11.14), comentando el documento que preparamos el profesor Juan Torres y yo a petición de Podemos, que Juan Torres y yo éramos unos ignorantes (lo que El País destacó dentro de la página) al no saber que el ICO ya recibía dinero prestado del BCE, asumiendo que no lo sabíamos. El Sr. Díez, por lo visto, conoce muy poco de nuestros trabajos. Como he indicado en varias ocasiones, mi crítica al ICO no es que no haya recibido tal dinero prestado (que sí que lo recibe, como consta en mis escritos), sino la manera como los distribuye, estableciéndose una complicidad con la banca privada que considero preocupante.

2) Su columna El Puntero (en una página del suplemento Negocios el 21 de diciembre pasado) publicó una nota, bajo el nombre “Vicenç Navarro patina con el sector financiero”, donde se indicaba que el Banco Público Northern Rock había sido un desastre, en contra de lo que se asumía que yo estaba sosteniendo en mi artículo “Por qué se necesita una banca pública”, en Público, 11.12.14. Lo que tal columna desconoce es que el desastre al cual se refiere es del Northern Rock privado, el cual tuvo que ser nacionalizado el 22 de febrero del 2008 debido a su incapacidad de responder a sus ahorradores y por el constante riesgo de quiebra. Tal banco nacionalizado fue dividido más tarde en dos bancos público, uno de ellos un banco malo (que agrupa los activos no rentables heredados del banco privado) y otro un banco que actuó como banco público.

3) En la misma página se indica que el éxito del Estado de North Dakota tiene muy poco que ver con la existencia del banco público en aquel estado (tal como se atribuye de nuevo que yo dije), y sí con la producción de petróleo. Lo que yo dije, sin embargo, es que North Dakota pudo manejar mejor las cuentas públicas que otros Estados que no tenían un banco público. Y los datos así lo muestran. Otros Estados también productores de petróleo – Alaska, Texas y Pennsylvania – tuvieron grandes déficits en sus cuentas del Estado. El único que tuvo superávit fue North Dakota, porque es el único que tiene un banco público. En realidad, el Estado de North Dakota fue en el año 2009 el único Estado, además de Montana, que tenía un superávit en sus cuentas.

4) Otra corrección es la noticia que su corresponsal Francesco Manetto escribió en su reportaje sobre la visita de Pablo Iglesias al Pabellón de la Vall d’Hebron. En este artículo se dice que el Ex presidente de la Generalitat Pasqual Maragall fue abucheado por algunos simpatizantes antes del acto, sin citar que la gran mayoría de los presentes en el acto le aplaudieron y ovacionaron. Yo, que estaba sentado cerca del Sr. Pasqual Maragall, y 3500 personas fuimos testigos de ello. Les rogaría que fueran más equilibrados en sus reportajes y más mesurados en sus comentarios.

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Los pistachos son de Turquía, las almendras de Chile y las avellanas de Irán. ¿Cómo sale rentable tal producto?

Las leyes sobre alimentos dañinos, pesticidas peligrosos, ingenieria genética, explotación animal y condiciones de trabajo varían entre países. Podemos vivir en un país rico y avanzado que tiene unas leyes que se consideran éticas sin ser conscientes de que esa riqueza se sustenta, en parte, de productos que consuminos procedentes de países en los que se contamina, explota y extorsiona a seres humanos, animales y recursos naturales.

Buques gigantes pero invisibles

Las grandes multinacionales subcontratan otras empresas en países empobrecidos para llevar a cabo el trabajo sucio cuyo coste no supone problema alguno para la gran empresa. Tras esto, las mercancías se mueven por el mundo mayoritariamente por medio del transporte marítimo en contenedores, que es el pilar de toda nuestra economía y un grandísimo desconocido.

En el libro El noventa por ciento de todo de Rose George se sacan a la luz la realidad de estos barcos gigantescos que parecen sacados de la ciencia ficción.
Ahora mismo hay más de 100.000 de estos buques surcando los océanos.
En algunos podrían caber 18 millones de iPads o un plátano para cada persona que vive en Europa. En 2009 los 15 mayores de estos barcos emitieron más gases de efecto invernadero que 760 millones de coches. Cada año dos mil marineros mueren en el mar y se pierden dos barcos al día como consecuencia de la piratería.

Las consecuencias planetarias de estos viajes de productos y alimentos son nefastas, pero hay algo que mantiene este negocio siempre a flote: es muy barato. Según Rose George, el transporte marítimo es tan barato que, en el plano financiero, tiene más sentido que el bacalao escocés viaje miles de millas hasta China para que lo corten en filetes y luego lo manden de vuelta a las tiendas y restaurantes de Escocia, que pagar a escoceses para que lo corten ellos mismos. Un periódico escocés denominó ‘locura’ a esta práctica, pero en realidad es sólo eso, transporte marítimo”.

Materias primas

Si seguimos esta cadena hacía atrás y llegamos a los países productores vemos que buena parte de nuestras materias primas y elementos de primera necesidad a escala industrial procede de países empobrecidos. Aquí tenemos algunos ejemplos:

El azúcar de caña se obtiene mayoritariamente de Brasil, donde el problema de la deforestación no para de crecer. Además, la explotación de tierras campesinas que son compradas por grandes multinacionales como monocultivo (para exportar a países como el nuestro) provocan hambre, ya que estas poblaciones pierden su sustento y se ven obligadas a trabajar para otros en pésimas condiciones. Se trata de un problema que existe desde la colonización (o la invasión más bien) de América Latina y otros países.

El aceite de palma, el más usado en el mundo, procede de países como Malasia e Indonesia donde la gran deforestación está acabando con sus bosques y amenazando a especies de animales como el orangután o el tigre de Sumatra. Se usa en snacks, pastelería, aperitivos, precocinados, cosmética…etc. Indonesia es el país peor parado, la mitad de la producción mundial de aceite de palma proviene de allí. Un informe de Ecologistas en Acción recogía datos de las marcas, empresas y multinacionales que forman parte de este negocio. Además, ahora puedes saber qué productos lo contienen ya que, según la normativa de etiquetado europeo que se implantó este mes, el etiquetado de los alimentos deberá indicar el tipo de aceite (hasta ahora ‘aceite vegetal’ era lo normal para referirse a todos ellos sin especificar).

La soja es el cultivo transgénico por excelencia. Desplaza poblaciones enteras y erosiona gravemente los suelos, contribuyendo una vez más a la deforestación, destrozando, junto con las materias primas ya mencionadas, los pulmones del planeta. Los grandes productores son China, Brasil, Argentina y Estados Unidos. Con ella se hace tofu, soja texturizada, bebida de soja, tempeh, yogur de soja, aceite de soja, salsa de soja, miso, etc. La proteína de soja también la encontramos en panes, fórmulas infantiles, bebidas dietéticas, helados, mayonesas, productos lácteos, comida rápida…etc. El aditivo E-322 es leciticina de soja y se encuentra en muchísimos productos. Es destacable que el 75% del cultivo de soja es empleado como alimento de animales para nuestro consumo.

En cuanto al cacao, el 40% de la producción de cacao mundial procede de Costa de Marfil, donde aún se llevan a cabo prácticas de esclavitud infantil.Una investigación llevaba a cabo por la BBC en el año 2010demostró que la esclavitud infantil podía estar presente incluso en los productos etiquetados como de comercio justo. Esta investigación es la continuación del documental El lado oscuro del chocolateque emitió esa cadena.

Recordemos que esto es sólo en cuanto a alimentación se refiere. Si hablamos de tejidos, combustibles, cosméticos y materiales de todo tipo veremos que siguen un mismo patrón. Lo que tenemos en el ‘primer mundo’ es nuestro por la explotación de unos países a otros. El libro Carro de Combate es un buen comienzo para empezar a investigar este tema.

¿Qué podemos hacer?

Es importante ganar conciencia sobre estos temas porque nosotras somos directamente parte de esta cadena. Somos la razón que lo justifica, el consumidor final. Existen movimientos o redes como el slow food que entre sus principios defiende el consumo local, fomenta los restaurantes Km.0 e incluye una lista de productos locales certificados. A nivel individual hay algunas cosas que podemos hacer para cambiar nuestros hábitos alimenticios y de consumo.

El consumo de alimentos de origen animal a nivel industrial es un gran contaminante. Puedes adaptar tu dieta a este hecho.

Busca sustitutos. Por ejemplo puedes suplantar el cacao por algarroba (semillas o habas del árbol de algarroba, típicamente mediterráneo ) o el azúcar por la estevia, una planta que se puede producir en españa y que endulza más que el azúcar (además es muy saludable) .

Elige dónde comprar. Busca alimentos locales e intenta evitar grandes superficies. Las cestas de grupos de consumo son una opción excelente.

Si compras alimentos de fuera intenta que sean ecológicos (aunque sean de lejos hay más probabilidad de que hayan cuidado más el medio ambiente) o de comercio justo.

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Seguridad alimentaria: una ecuación de petróleo, alimentos y agua

Las sanciones comerciales contra Siria, Libia e Irán muestran en qué medida la seguridad alimentaria del Golfo puede verse afectada por la agenda geopolítica. El cierre del estrecho de Ormuz por parte de Irán, sería grave para la exportación de petróleo y la importación de alimentos.

La seguridad alimentaria es ya un asunto crítico para una de las regiones más prósperas del planeta. El alto nivel de PIB per cápita que tienen los países del golfo Pérsico como Catar, considerado la tercera economía del mundo en 2013 (93.352 dólares) y los relativamente altos puestos que ocupan casi todos lo países de la región en el índice de desarrollo humano (PNUD, 2014), no limitan su creciente preocupación por el acceso a los alimentos. Debido a sus características geopolíticas, físicas y climáticas, los países del golfo Pérsico se enfrentan a tensas negociaciones sobre los excedentes de exportación en los mercados mundiales de alimentos, a una disminución progresiva en la producción nacional agrícola, un acelerado crecimiento de su población y una desertificación imparable. Los países más ricos de la península Arábiga, ante el riesgo de no ser capaces de asegurar suficientes alimentos para su población, han aumentado durante estos años los subsidios del gobierno, construido almacenes estratégicos, e invertido en la agricultura de los países en desarrollo. Desde la subida de precios de las materias primas que trajo consigo la crisis de 2007, esta situación se ha hecho más evidente. Los cuantiosos ingresos de sus economías, provenientes fundamentalmente de la subida de los precios del petróleo, motor de la economía de la región, chocan de frente con el encarecimiento y la dificultad para garantizar la alimentación de sus habitantes, dos desafíos tan enfrentados como estrechamente vinculados con la desertificación y la escasez de agua.

Por un lado, la dependencia económica del petróleo de la región se ha visto beneficiada por la alta demanda de este recurso. Durante la última década, la expansión de varias economías en desarrollo del G-20 basada en la utilización intensiva de recursos naturales y energéticos, ha sido la causa principal de la tendencia alcista de los precios del petróleo. Un aumento de la demanda que en 2007, y con la depreciación del dólar, llevó los precios del petróleo a un máximo en el que se han mantenido hasta el pasado verano (115 dólares el barril de Brent). Actualmente la reducción de la demanda, precisamente de las mismas economías que la empujaron entonces, ha bajado los precios hasta 75 dólares. Una tendencia que ha aprovechado Arabia Saudí para suspender en la OPEP, la reducción de las cuotas de producción nacional y recuperar así su cuota de mercado

para seguir leyendo debe comprar el artículo en pdf.

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LA SEMANA DE 35 HORAS

En el informe que Juan Torres y yo preparamos, a petición de Podemos, que se ha distribuido con el nombre de Un proyecto económico para la gente, hicimos la sugerencia de que, como medida para crear empleo, aumentar la productividad y la satisfacción del trabajador y la de su familia, un gobierno progresista debería considerar reducir las horas de trabajo a la semana a 35 horas, sin indicar cuándo y cómo debería ello hacerse, dejando a dicho gobierno (tras un proceso de amplia reflexión y negociación política, que incluyera una activa participación ciudadana y de los agentes sociales) que lo definiera.

Es sorprendente que sobre una medida que ha sido debatida ampliamente en varios países europeos, en España haya habido un silencio mediático casi absoluto, que nuestra propuesta intenta romper. El tiempo de trabajo ha sido siempre una variable definida políticamente, siendo un indicador del poder político y social del mundo del trabajo. Fueron los sindicatos estadounidenses los primeros que, a finales del siglo XIX, lograron que se aceptaran 8 horas al día como jornada laboral, bajo el principio de que el trabajador, como ciudadano, tenía que “trabajar 8 horas, y dormir y descansar otras 8, quedando 8 horas restantes para aquello que deseara”. Estas 8 horas laborales tenían que permitirle conseguir los ingresos con los cuales sostener a su familia, de cuyo cuidado se encargaría su esposa.

Ocho horas desde hace más de un siglo

Es interesante que durante ya más de un siglo esta norma, generalizada a todo el mundo a partir de entonces (siendo el 1º de mayo la fiesta que se estableció en homenaje a los trabajadores estadounidenses que murieron en defensa de aquella conquista social), haya permanecido sin cambios, y ello a pesar del enorme crecimiento de la productividad. John Maynard Keynes creía que en 2030 dicho aumento de la productividad permitiría bajar las horas de trabajo a 15 horas a la semana. El incremento de la productividad ha sido incluso mayor y, sin embargo, las 8 horas laborales diarias continúan siendo la norma general en la mayoría de países de economías avanzadas.

El otro tema del tiempo de trabajo es, además de las horas por día, los días a la semana. Y la reducción de los días a cinco fue fruto de las conquistas sociales que tuvieron lugar después de la II Guerra Mundial, como resultado de la gran fuerza que adquirió el mundo del trabajo en el periodo llamado “la época dorada del capitalismo”, en base a un pacto entre el mundo del capital y el mundo del trabajo. Resultado de esta conquista, las horas semanales pasaron a ser de 40 horas (8×5). El excelente artículo de Steffen Lehndorff “It’s a Long Way from Norms to Normality: the 35-Hour Week in France”, publicado en la Industrial and Labor Relations Review 2014, vol. 67, no. 3, p. 838-863 (del cual extraigo gran parte de los datos presentados en este artículo), detalla la lucha que, liderada por los sindicatos, ocurrió en la Europa Occidental para alcanzar la semana laboral de 40 horas.

Pero las demandas sindicales no pararon en las 40 horas. El mundo del trabajo no podía aceptar que el enorme crecimiento de la productividad no repercutiera en una reducción del tiempo de trabajo. Se añadía a esta demanda (por regla general expresada en momentos de expansión económica) otra que aparecía con toda intensidad precisamente en momentos opuestos a los anteriores, es decir, en ocasiones de recesión y enlentecimiento económico, cuando la actividad económica disminuía y el empresariado subrayaba que había necesidad de menos puestos de trabajo. La alternativa que proponía el mundo del trabajo no era reducir los puestos de trabajo, sino el tiempo de trabajo de cada trabajador. Dicha demanda de salvar estos puestos de trabajo en momentos de recesión, reduciendo el tiempo de trabajo para todos, coincidía con la demanda, en momentos de expansión económica, de la necesidad de crear más puestos de trabajo. Y fue así como surgió la propuesta de reducir el tiempo de trabajo de 40 a 35 horas a la semana. Había necesidad de crear y retener nuevos puestos de trabajo, puesto que se asumía correctamente que a menos horas de trabajo por cada trabajador, habría más puestos de trabajo.

Maneras de hacerlo

Había dos maneras de reducir el tiempo de trabajo. Una fue mediante los convenios colectivos entre la patronal y los sindicatos. Predeciblemente, la jornada semanal de 35 horas apareció en aquellos sectores donde los sindicatos eran más fuertes, como fue el caso de Alemania, donde el sindicato del metal, el más poderoso del país, consiguió (a través de su participación en la gestión de las empresas, bajo el sistema de cogestión) la reducción del tiempo de trabajo, una de las medidas que ha explicado su bajo desempleo, incluso en tiempos de recesión. El problema con esta vía —a través de los convenios colectivos— es que solo se benefician aquellos que están cubiertos por tales convenios. Ahora bien, el Estado alemán ha apoyado dicha medida ayudando a mantener el nivel salarial en momentos de reducción del trabajo, de manera que el trabajador —que en otro país estaría desempleado, requiriendo una aportación pública mayor por desempleo— trabaja menos horas, pero no encuentra su salario disminuido en la misma proporción que reduce sus horas de trabajo. Otras medidas también han facilitado la disminución del desempleo a base de redistribuir el tiempo de trabajo (reduciendo el número de horas trabajadas) mediante la expansión de las vacaciones, permisos de paternidad y maternidad, y otras, lo cual explica que el número de horas trabajadas en Alemania al año por trabajador sea de 1.388 horas de media, uno de los tiempos de trabajo más bajos de la OCDE (400 horas menos que EEUU). Su tasa de desempleo es del 5%, una de las más bajas de la UE. Dean Baker ha calculado que si el tiempo de trabajo por trabajador en EEUU fuera el mismo que en Alemania, se producirían 20 millones más de puestos de trabajo (ver Dean Baker, “The Paid Vacation Route to Full Employment”, Truthout, 01.12.14).

La otra vía fue la vía legislativa, tal como ocurrió en Francia bajo el gobierno socialista y en un periodo de gran crecimiento económico (de un 3,5% anual en el periodo 1997-2001). Como consecuencia, la creación de empleo aumentó, sobre todo en aquellas empresas que aplicaron más estrictamente las medidas desarrolladas en el marco conocido como “estrategia Aubry I” (en tales empresas, el empleo aumentó un 7%). Pero lo que es incluso más importante es que tres de cada cinco trabajadores indicaron que su calidad de vida y bienestar había aumentado considerablemente. Este porcentaje fue incluso mayor entre las mujeres trabajadoras, con niños en su casa. Y se consideró que la mayor beneficiaria de la medida fue la familia.

El Estado ayudó a las empresas a través de varias intervenciones públicas y medidas fiscales para que el descenso del número de horas semanales no implicara un descenso salarial. Y lo que también es digno de mención es que la productividad aumentó. Las empresas muy pequeñas fueron excluidas de tener que seguir esta nueva normativa.

Ni que decir tiene que dicha medida, tanto en Francia como en Alemania, ha tenido sus detractores, procedentes en su mayoría de las patronales, que constantemente han intentado revertirla. Su popularidad, sin embargo, ha imposibilitado hasta ahora que ello ocurra.

Dos últimas aclaraciones. La reducción del tiempo de trabajo que Juan Torres y yo proponemos va acompañada con otra propuesta que desfavorece el tiempo parcial involuntario que se ha extendido en los últimos años en España, otro indicador de la debilidad del mundo del trabajo de este país. Y en el polo opuesto, debería prohibirse también el amplio uso de horas extraordinarias ilegales. La transformación de estas horas extras ilegales en puestos de trabajo a tiempo completo alcanzaría unos 273.000 puestos de trabajo.

La otra clarificación es que somos conscientes de que las propuestas que estamos haciendo despertarán una gran hostilidad, y muy en especial en las revistas y/o páginas económicas de los mayores medios de información y persuasión que, una vez más, indicarán que la economía española no puede absorber tal tipo de cambios. Este tipo de argumento muestra el excesivo poder que las fuerzas conservadoras tienen en los círculos mediáticos y políticos del país, configurando la sabiduría convencional y, con ello, los límites de lo que se considera racional, lógico y respetable. Pero la evidencia científica muestra claramente que las políticas derivadas de dicha sabiduría convencional han llevado al desastre que estamos viviendo. Creerse que la economía española puede basarse en unos salarios bajos y en un elevado desempleo es condenar a España a una situación de claro malestar para la mayoría de la ciudadanía. Y a esto lo llaman “racional, lógico y respetable”.

*Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University http://www.publico.es/opinion/articulos/semana-35-horas.html

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